Dulce
amor, dulce amor,
¿Dónde
dejaré el hospedaje de tu vientre?
Hoy
todas las amapolas se tiñeron de tu nombre,
Princesa,
último rincón de mi reposo.
¿Cuántas
veces he escuchado contarte despacio,
a
solas?
Las
olas van y vienen pero las caracolas
ya
no callan tu mar.
Dulce
amor, dulce amor,
¿Cuánto
te quiero esta noche?
¿Tú
lo sabes? Yo ni lo sé.
El
aire hiere la espera del contacto
de
tu aroma
en
esta redoma que me corroe.
Mañana
soñaré que todo fue hermoso
en
la imagen de tu caricia,
y
el espejo certificará mi asombro.
Dulce
amor, dulce amor,
¿Tantas
serán las horas de este goce, de este penar?
Te
quiero como nunca te he querido
y
como siempre quisiera quererte,
en
medio de este olvido que no quiero querer,
en
medio del suspiro de esta piel que me cubre
con
la boca de tu alivio.
Mañana
será otro día,
hoy
apuro mi suerte a tu suerte,
caigo
fuerte y me levanto,
y
mientras tanto obvio
tu
ausencia por no verme sufrir.
Hoy
te quiero, dulce amor, dulce amor,
después
Dios dirá en su reino de cristal.
Las
acera guiarán mi paso
hasta
tu umbral, y al cruzar
la
acequia de esta huerta seca
el
agua regará la tierra muerta
de
este alma aún por cultivar,
de
este mar aún por navegar.
Hoy
te quiero dulce amor, dulce amor,
hoy
te quiero y no te quiero soñar:
te
quiero porque no haces sentirme extraño,
sentirme
especial en el silencio
de
una luna llena que nunca a de menguar.
La
voz más pura,
el
hilo de la tela que me cubrirá,
la
nana que me acunará,
la
inocencia en su alborozo.
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