domingo, 11 de mayo de 2014

poesía nº 25




Ya no es  noche.
La vida inactiva
se prepara a despertar.
Brilla, el sol sobre el agua
cuando aún muy de mañana
la niebla todavía no está levantada.
Refleja el lago el verde
del monte, mientras inerte
todavía el momento se pierde
levemente.
El Espíritu de la noche
ya ha cedido el puesto
al espíritu del alba
mientras este prepara
la llegada del nuevo día.
Surge otra vez la melodía.
Los pájaros al viento cantan
sus notas celestes diarias,
de fondo se oye
el rumor del agua
por compañía.
Los árboles estiran el cuello
en dirección centro al cielo
intentando
con sus
mil ojos
poder ver
al dios del reino.
El tiempo transcurre;
el pez respira
asombrándose a cada momento;
el pájaro pía,
vuela, mira hacia arriba,
caza, vuelve, da,
hambrienta está su cría,
¡Ten comida! ave mía.
La hierba crece.
Respira su aire antes
espirado mientras...
ya está comida,
un animal por allá ha pasado
cuando hambre tenía
y su gula ha saciado.
ya no es hierba sino energía
en otro estado.
¡Ya es mediodía!
Una sábana azul cubre
el escenario de la vida,
donde personajes distintos
representan papeles iguales,
formando así
siempre la misma historia
en una eterna monotonía.
Obra es ésta perfecta,
pues perfecta es su sintonía.
El ecuador ya es pasado.
El dios de su trono
empieza a descender
aun cuando todavía
con su látigo infinito
castiga a su reino
postrándolo a sus pies
como ayer, como hoy, como mañana,
como siempre, indefinidamente.
Pero la vida sigue, continua.
El viento se esconde
en su aposento
mientras la ardilla
pregunta por él.
No aguanta el fuego
del señor obligándole
a esconderse de su mirada.
El pececillo anda tranquilo.
El pez es comido.
El pez es comido.
El pez es comido.
La ley de la vida,
el grande se comió al chico
una vez más.
La tierra gime reseca
una lágrima de misericordia
para no morirse.
La lombriz se abre paso por
las entrañas de su eterna compañera
buscando la inexistente lágrima.
La materia empieza
a decolorarse
con la caída del dios.
Comienza la transfiguración
del escenario impasible.
El espíritu nocturno despierta
de su sueño diurno
soltando su capa
de este a oeste por turno.
Los personajes han acabado
por hoy y desaparecen
hasta un futuro próximo detrás del cuadro.
La vida inactiva
se prepara a soñar.
Ya no es sino noche.

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