domingo, 11 de mayo de 2014

Cómo hacer humor (17): ¿Por qué no se ríe la gente? (III)



El lenguaje

El idioma es tan rico, variado y complejo que me recuerda a los tentáculos financieros de un gran banco. La diferencia es que el idioma es de todos, y los bancos sólo de unos pocos. 

Dentro de un idioma existen distintos lenguajes (¡no es lo mismo!), y es habitual que personas de distintos ambientes, clases sociales, nivel cultural o lugares geográficos no entiendan muchas palabras y expresiones de otros grupos humanos.

El humor es un elemento de unión y cohesión grupal que se plasma muy palpablemente en el tipo de lenguaje utilizado. Tanto en la forma de utilizarlo, como en las propias palabras utilizadas. Es fundamental, para poder integrarse correctamente en un grupo, conocer el tipo de lenguaje utilizado. De hecho, uno de los factores que determina la inclusión en un grupo o una clase social, y aquí estaríamos hablando ya de socialización, es el conocimiento del lenguaje y su utilización.  Por eso, como ya se ha comentado anteriormente, es importante tener un buen conocimiento del idioma y del lenguaje, para poder aprovecharlo de la mejor manera posible en cada contexto.
Si el auditorio al que te estás dirigiendo no te entiende, debes hacerte enten
der, cambiando la forma de transmitir el mensaje. No es lo mismo decir “¡tronco, cómo mola el pavo ese, cómo raja!” que “me fascina la capacidad oratoria del conferenciante”, cuando curiosamente los dos quieren decir lo mismo. Dependiendo con quién estés, la forma a utilizar será una u otra.

Si no se capta el mensaje correctamente, tu intención primera se distorsionará sin que puedas controlar su efecto. Y eso puede ser un problema.

Un consejo, y que mucha gente parece no saber pero que debiera ser evidente: no utilices un lenguaje que no conoces. Utilizar palabras y expresiones que uno no sabe qué significan puede dar lugar a que tu prestigio (el que tengas)quede resentido, porque incluso es posible que todos se den cuenta de tu ignorancia excepto tú, por lo que puedes quedar como el más completo hazmerreír. Esto sucede generalmente cuando alguien quiere aparentar mayor conocimiento del que realmente posee, y esa apariencia que no se corresponde a la realidad degrada la imagen de la persona porque no es honesta, no es verdad. En esta ocasión, por ejemplo, si que puedes hacer gracia a la gente, pero no con estilo. Se reirán de ti, no contigo. Es más seguro utilizar bien lo poco que sabes, que mal lo mucho que no sabes.       
         
Diferencias personales  (Políticas, ideológicas, ocio, valores)

Cada persona es diferente. Como dicen en mi tierra, cada uno es de su padre y de su madre. Si aparte añadimos de dónde venimos, nuestra educación, cultura, valores, espiritualidad, y otro sinfín de elementos que pueden entrar en esto, nos da como resultado que uno de los motivos por lo que alguien no puede reírse, es por las diferencias personales.
Si la tendencia política es de un signo, posiblemente no le haga gracia el humor del otro signo, aunque sea bueno el humor. Si alguien es muy religioso no sé como aceptará un chiste sobre los clavos de Jesucristo, por no hablar de su sexualidad. Si alguien es ecologista quizás no vea la gracia en un chiste donde la naturaleza sale malparada.
Como hemos señalado antes, debemos tomar como referencia el respeto, la empatía, la observación de dónde nos estamos desenvolviendo, para no caer en una situación de la cual salir no sea sencillo.

Situación inapropiada  

Este es un amigo que encuentra a otro.
-¡Hola Pepe! ¡ Cuánto tiempo! ¿Qué tal?, ¿Cómo te va la vida?
Pepe responde a la pregunta y le dice:
 -Pues bien querido amigo, me he casado y soy feliz.
Y el amigo de Pepe le pregunta:
¡Oye! ¿Tú le has hecho el amor a tu mujer antes de casarte?
Y Pepe, ¡no! y  le dice al amigo ¿y tú?
Y el amigo dice:
Yo sí, pero no sabía que se iba a casar contigo.

Esto sí que tiene su gracia. De hecho, tiene tanta guasa la cosa que es de las veces que más puede uno meter la pata. Saber cuándo un momento es inoportuno para hacer o decir algo es fundamental para evitarte problemas en la vida. Estar en el momento equivocado en el lugar equivocado incluso con la persona equivocada es el típico argumento de una película de acción o de enredo, o las dos cosas juntas. Y tú dirás, ¿y eso cómo se sabe? Y otro te responderá: “Pues porque se ve”, y el uno debería preguntar: ¿Y esas gafas donde se compran…? El momento inoportuno puede suceder por varios motivos que a continuación comentaremos. Supongo que podrá haber más motivos, pero esto, más que una enumeración exhaustiva, es una guía orientadora.

Por el espacio (lugar)

Normalmente nos desenvolvemos es “escenarios”, lugares conocidos y habituales para nosotros, donde conocemos, además, a las personas que se encuentran presentes. En ellos sabemos desenvolvernos correctamente, sea por la costumbre o el hábito, o porque las normas se han ido conociendo paulatinamente. 

Sin embargo, en ciertas ocasiones nos encontramos en lugares no habituales o poco frecuentados por nosotros. Esto, aparentemente, tampoco debe ser un problema, ya que si somos un tanto observadores y usamos el sentido común (dicen que es el menos común de los sentidos) podremos obtener un montón de información que nos permitirá más o menos saber qué es lo que corresponde y lo que no corresponde.

También hay ciertas normas sociales que nos “impiden” decir algo porque el lugar es inapropiado. Esto suele ser aplicable al lugar en casi todo momento, ya que depende principalmente del lugar en el que te encuentras, que guarda un simbolismo determinado. Si tú estás en un velatorio quizás este chiste no le haga gracia a la viuda del difunto:
En un velatorio, un hombre a otro:
 - No somos nada….
Y el otro:
-Ni nosotros tampoco, pero dan de merendar…

A esto se le suele llamar “saber estar”, es decir, no desentonar del lugar en el que te encuentres.

Por el tiempo (no es el momento)

Fastidia saber que en cualquier otro momento las cosas hubieran sido diferentes. A mí me ha pasado alguna vez con el amor. Y con el humor también. Saber cuándo es el momento correcto de contar las cosas es algo a tener en cuenta, ya que toda acción está enclavada en un contexto, y el humor no podía ser menos.

Algo muy evidente es que una acción o un comentario tienen generalmente más efecto seguidamente después del elemento al que va relacionado. Vamos, lo típico, que si cuentan un chiste y te ríes a los dos minutos parece fuera de lugar (aunque posiblemente a la gente le haga gracia, y el más avispado del grupo te catalogue después como “el listo que las pilla rápido”). Conforme el intervalo de tiempo es mayor, el efecto va disminuyendo, ya que las personas tendemos a relacionar los hechos de distintos modos, y uno de ellos es la proximidad.

Por la dinámica existente

Podría decirse que se refiere a la evolución de la situación en la que nos encontramos. La vida, el tiempo, es una constante de cambio, si algo es cierto es que el tiempo pasa. Y en ese transcurso de tiempo las percepciones, los hechos, también van cambiando. Y esto, además, puede ser muy elástico, ya que la dinámica puede cambiar en 10 segundos, diez, minutos, 10 años… 

Por ejemplo, en los años 80 en España nadie hacia un chiste sobre la familia real. Hoy día, a 2014, muchos son los chistes que circulan por las redes sociales acerca de ella, ya que podríamos decir que la “dinámica” de su imagen pública ha cambiado.

Otro ejemplo. Un gran jugador de futbol (Cristiano Ronaldo) estaba siendo propuesto para llevarse el “balón de oro” trofeo al mejor jugador del año. Días antes de la entrega del premio, en los campos de los equipos contrarios le cantaban “Cristiano, balón de playa”. A mí particularmente, me hacía gracia, por el carácter particular del jugador. Al día siguiente de, efectivamente, recibir el trofeo, en el campo del equipo de mi ciudad, le siguieron cantando “Cristiano, balón de playa”. Aquello ya me pareció un tanto estúpido, ya que al fin y al cabo, el trofeo se lo había llevado él, por lo que ya la gracia no tiene mucho sentido.

Por la persona a la que va dirigida

A mí me puedes contar cualquier chiste, que como mucho simplemente no me hará gracia. Pero si a Mandela (que en paz descanse) le hubiesen contado el chiste de “¿por qué los negros suben mejor que los blancos los puertos que están nevados?... Porque llevan cadenas”, es posible que le hubiese hecho menos gracia que a un miembro del Ku Klux Klan.

Y volvemos a lo mismo. Si no tenemos ni idea de a quién nos dirigimos, debiéramos ser cautos para no cometer una torpeza social en la relación con nuestros prójimos.

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