El lenguaje
El idioma es
tan rico, variado y complejo que me recuerda a los tentáculos financieros de un
gran banco. La diferencia es que el idioma es de todos, y los bancos sólo de
unos pocos.
Dentro de un
idioma existen distintos lenguajes (¡no es lo mismo!), y es habitual que
personas de distintos ambientes, clases sociales, nivel cultural o lugares
geográficos no entiendan muchas palabras y expresiones de otros grupos humanos.
El humor es un
elemento de unión y cohesión grupal que se plasma muy palpablemente en el tipo
de lenguaje utilizado. Tanto en la forma de utilizarlo, como en las propias
palabras utilizadas. Es fundamental, para poder integrarse correctamente en un
grupo, conocer el tipo de lenguaje utilizado. De hecho, uno de los factores que
determina la inclusión en un grupo o una clase social, y aquí estaríamos
hablando ya de socialización, es el conocimiento del lenguaje y su
utilización. Por eso, como ya se ha
comentado anteriormente, es importante tener un buen conocimiento del idioma y
del lenguaje, para poder aprovecharlo de la mejor manera posible en cada
contexto.
Si el
auditorio al que te estás dirigiendo no te entiende, debes hacerte enten
der,
cambiando la forma de transmitir el mensaje. No es lo mismo decir “¡tronco,
cómo mola el pavo ese, cómo raja!” que “me fascina la capacidad oratoria del
conferenciante”, cuando curiosamente los dos quieren decir lo mismo.
Dependiendo con quién estés, la forma a utilizar será una u otra.
Si no se capta
el mensaje correctamente, tu intención primera se distorsionará sin que puedas
controlar su efecto. Y eso puede ser un problema.
Un consejo, y
que mucha gente parece no saber pero que debiera ser evidente: no utilices un
lenguaje que no conoces. Utilizar palabras y expresiones que uno no sabe qué
significan puede dar lugar a que tu prestigio (el que tengas)quede resentido,
porque incluso es posible que todos se den cuenta de tu ignorancia excepto tú,
por lo que puedes quedar como el más completo hazmerreír. Esto sucede
generalmente cuando alguien quiere aparentar mayor conocimiento del que
realmente posee, y esa apariencia que no se corresponde a la realidad degrada
la imagen de la persona porque no es honesta, no es verdad. En esta ocasión,
por ejemplo, si que puedes hacer gracia a la gente, pero no con estilo. Se reirán
de ti, no contigo. Es más seguro utilizar bien lo poco que sabes, que mal lo
mucho que no sabes.
Diferencias personales
(Políticas, ideológicas, ocio, valores)
Cada persona
es diferente. Como dicen en mi tierra, cada uno es de su padre y de su madre.
Si aparte añadimos de dónde venimos, nuestra educación, cultura, valores,
espiritualidad, y otro sinfín de elementos que pueden entrar en esto, nos da
como resultado que uno de los motivos por lo que alguien no puede reírse, es
por las diferencias personales.
Si la
tendencia política es de un signo, posiblemente no le haga gracia el humor del
otro signo, aunque sea bueno el humor. Si alguien es muy religioso no sé como
aceptará un chiste sobre los clavos de Jesucristo, por no hablar de su
sexualidad. Si alguien es ecologista quizás no vea la gracia en un chiste donde
la naturaleza sale malparada.
Como hemos
señalado antes, debemos tomar como referencia el respeto, la empatía, la
observación de dónde nos estamos desenvolviendo, para no caer en una situación de
la cual salir no sea sencillo.
Situación inapropiada
Este es un amigo que encuentra a otro.
-¡Hola Pepe! ¡ Cuánto tiempo! ¿Qué tal?, ¿Cómo te va la vida?
Pepe responde a la pregunta y le dice:
-¡Hola Pepe! ¡ Cuánto tiempo! ¿Qué tal?, ¿Cómo te va la vida?
Pepe responde a la pregunta y le dice:
-Pues bien querido amigo, me he
casado y soy feliz.
Y el amigo de Pepe le pregunta:
¡Oye! ¿Tú le has hecho el amor a tu mujer antes de casarte?
Y Pepe, ¡no! y le dice al amigo
¿y tú?
Y el amigo dice:
Yo sí, pero no sabía que se iba a casar contigo.
Esto sí que
tiene su gracia. De hecho, tiene tanta guasa la cosa que es de las veces que
más puede uno meter la pata. Saber cuándo un momento es inoportuno para hacer o
decir algo es fundamental para evitarte problemas en la vida. Estar en el
momento equivocado en el lugar equivocado incluso con la persona equivocada es
el típico argumento de una película de acción o de enredo, o las dos cosas
juntas. Y tú dirás, ¿y eso cómo se sabe? Y otro te responderá: “Pues porque se
ve”, y el uno debería preguntar: ¿Y esas gafas donde se compran…? El momento
inoportuno puede suceder por varios motivos que a continuación comentaremos.
Supongo que podrá haber más motivos, pero esto, más que una enumeración
exhaustiva, es una guía orientadora.
Por el espacio (lugar)
Normalmente
nos desenvolvemos es “escenarios”, lugares conocidos y habituales para nosotros,
donde conocemos, además, a las personas que se encuentran presentes. En ellos
sabemos desenvolvernos correctamente, sea por la costumbre o el hábito, o
porque las normas se han ido conociendo paulatinamente.
Sin embargo,
en ciertas ocasiones nos encontramos en lugares no habituales o poco
frecuentados por nosotros. Esto, aparentemente, tampoco debe ser un problema,
ya que si somos un tanto observadores y usamos el sentido común (dicen que es
el menos común de los sentidos) podremos obtener un montón de información que
nos permitirá más o menos saber qué es lo que corresponde y lo que no
corresponde.
También hay
ciertas normas sociales que nos “impiden” decir algo porque el lugar es
inapropiado. Esto suele ser aplicable al lugar en casi todo momento, ya que
depende principalmente del lugar en el que te encuentras, que guarda un
simbolismo determinado. Si tú estás en un velatorio quizás este chiste no le
haga gracia a la viuda del difunto:
En un velatorio, un hombre a
otro:
- No somos nada….
Y el otro:
-Ni nosotros tampoco, pero dan
de merendar…
A esto se le suele llamar
“saber estar”, es decir, no desentonar del lugar en el que te encuentres.
Por el tiempo (no es el momento)
Fastidia saber
que en cualquier otro momento las cosas hubieran sido diferentes. A mí me ha
pasado alguna vez con el amor. Y con el humor también. Saber cuándo es el
momento correcto de contar las cosas es algo a tener en cuenta, ya que toda
acción está enclavada en un contexto, y el humor no podía ser menos.
Algo muy
evidente es que una acción o un comentario tienen generalmente más efecto
seguidamente después del elemento al que va relacionado. Vamos, lo típico, que
si cuentan un chiste y te ríes a los dos minutos parece fuera de lugar (aunque
posiblemente a la gente le haga gracia, y el más avispado del grupo te
catalogue después como “el listo que las pilla rápido”). Conforme el intervalo
de tiempo es mayor, el efecto va disminuyendo, ya que las personas tendemos a
relacionar los hechos de distintos modos, y uno de ellos es la proximidad.
Por la dinámica existente
Podría decirse
que se refiere a la evolución de la situación en la que nos encontramos. La
vida, el tiempo, es una constante de cambio, si algo es cierto es que el tiempo
pasa. Y en ese transcurso de tiempo las percepciones, los hechos, también van
cambiando. Y esto, además, puede ser muy elástico, ya que la dinámica puede
cambiar en 10 segundos, diez, minutos, 10 años…
Por ejemplo,
en los años 80 en España nadie hacia un chiste sobre la familia real. Hoy día,
a 2014, muchos son los chistes que circulan por las redes sociales acerca de
ella, ya que podríamos decir que la “dinámica” de su imagen pública ha
cambiado.
Otro ejemplo.
Un gran jugador de futbol (Cristiano Ronaldo) estaba siendo propuesto para
llevarse el “balón de oro” trofeo al mejor jugador del año. Días antes de la
entrega del premio, en los campos de los equipos contrarios le cantaban
“Cristiano, balón de playa”. A mí particularmente, me hacía gracia, por el
carácter particular del jugador. Al día siguiente de, efectivamente, recibir el
trofeo, en el campo del equipo de mi ciudad, le siguieron cantando “Cristiano,
balón de playa”. Aquello ya me pareció un tanto estúpido, ya que al fin y al
cabo, el trofeo se lo había llevado él, por lo que ya la gracia no tiene mucho
sentido.
Por la persona a la que va dirigida
A mí me puedes
contar cualquier chiste, que como mucho simplemente no me hará gracia. Pero si
a Mandela (que en paz descanse) le hubiesen contado el chiste de “¿por qué los
negros suben mejor que los blancos los puertos que están nevados?... Porque
llevan cadenas”, es posible que le hubiese hecho menos gracia que a un miembro
del Ku Klux Klan.
Y volvemos a
lo mismo. Si no tenemos ni idea de a quién nos dirigimos, debiéramos ser cautos
para no cometer una torpeza social en la relación con nuestros prójimos.
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