-¡Qué bonito
es una persona que te escucha, que te comprende, que siempre está ahí, como el
portero de la discoteca…! (monólogo propio)
Creo que casi
todo el mundo habrá utilizado alguna vez la ironía. Definiremos la ironía como
“una figura retórica que consiste en dar a entender lo contrario de lo que se dice”. Ejemplo sencillo:
llamar a un calvo “melenudo”.
Hay distintos tipos de ironía:
Sarcasmo: Es
un grado superlativo de la ironía, donde la burla puede convertirse en un insulto.
Como decir ¡qué listo eres! cuando quieres dar a entender que es tonto. La
ironía se suele soportar y hasta puede tener éxito, pero el sarcasmo es más
radical, y por tanto de más difícil aceptación. Puede a veces confundirse con
el humor negro.
Antífrasis:
Cuando das a algo un nombre que indica cualidades contrarias, como llamar “campeón”
a un fracasado.
Carientismo:
Es usar expresiones que suenas verdaderas, pero que se hace para burlarse del
otro. “Nunca oí algo tan certero” cuando realmente se ha dicho una estupidez.
Diasirmo: Humillar la vanidad del otro,
avergonzándolo“¿Qué otra cosa puede esperarse de un hombre que una vez se
vistió de mujer...?”
Mímesis: Que es imitar burlescamente a quien se quiere
ridiculizar.
Hay que tener
cuidado con la ironía. Una vez me dijo una amiga que la ironía, utilizada en
una relación de pareja, puede provocar más daño que beneficio, porque en lugar
de hacer gracia lo que provoca es una afrenta.
Como la ironía
suele utilizar un tono de expresión burlesco,
también puede jugar con la ambigüedad. Dependiendo del tono que con se
diga la ironía, no se sabrá el sentido real que se ha querido dar. Puede ser un
recurso interesante, especialmente cuando la otra persona es “corta” y no
entiende el verdadero sentido que le has querido dar, pero entonces le estarás
faltando el respeto. Otra cosa es que se dé cuenta de ello.
Una de las
notas características del humor es su carácter transgresor. Por ejemplo, la
ironía, que es un arma de doble filo, utiliza mucho la apariencia de verdad. La
ironía dice algo como si fuera cierto pero con la intención de decir lo
contrario. Por lo cual no es cierto lo que dice. Y además se dice para que la
gente sepa que no es cierto, es decir, es una mentira que pretende poner de
relieve una verdad de una forma distorsionada. Esto que parece enrevesado no lo
es si se pone un ejemplo bien sencillo, y que espero no pase a nadie que esté
leyendo esto:
-Cariño, ¿me quieres?
-¡Sí, sí…! Cada día más…
Por lo tanto, habrá que tener cuidado con la
ironía. Posiblemente el mejor uso que se puede hacer de la ironía es con cosas
no referentes a las personas. Por ejemplo, típico día de -5 Cº, sales a la calle, y dices “creo que
hoy vamos a pasar calor…”. La ironía impersonal
demuestra que se tiene sentido del humor y que además se está por encima
de las circunstancias, porque puedes comprender el lado opuesto de las
situaciones.
La ironía, por
lo menos según mi criterio, a la larga, no suele ser una buena aliada. Además,
para utilizar la ironía, sería conveniente conocer al auditorio al que se
dirige, porque puede ser mal interpretada, ya que muchas veces no se entiende
cuál de los dos significados, si el que se dice, o el que se quiere dar a
entender, es la opinión del que la utiliza.
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