Don Jose Luis de
la Mierda
Viste gabardina
larga,
Gris, zapatos
negros, limpios,
Y una chaqueta
arrugada.
Viste un cigarro
en la boca
Y en la cabeza
sus canas.
Risa estridente
en labio
Alcohólico, solo
acaba,
No comienza,
solo llora,
No sueña, solo
esperanza,
Preguntándose
hasta el fin
¿Cómo poder encontrarla?
El cielo por
techo tiene,
Las estrellas
por guardianas,
Y si alguna vez
se pierde
Otra acera le da
cama.
Toda su estima y
su orgullo
En su apellido
descansan,
Soñando que en
un futuro
Imposible esto
renazca.
Su cigarro va
extinguiéndose,
Al igual que su
palabra,
Y el humo se
eleva alto,
Lejos, como su
mirada,
Y al igual que
éste en el cielo
Allí la tiene
postrada.
Siempre una
sombra divaga
Por la calle; es
la suya,
Que del dueño
huye y escapa.
Su historia
nadie la sabe,
Acaso él, pero
él calla,
Y él nada
cuenta, nunca,
Jamás, es tumba
sellada.
Una noche lo
encontré,
Y con él su
gabardina,
Sus zapatos
negros, limpios,
Con su chaqueta
arrugada,
Con su cigarro
en la boca
Y su cabeza con
canas.
Iba solo, como
siempre,
Y como siempre
lloraba.
- Un mal de los
ojos – dijo
- algo que es
cosa muy mala -.
Se quejaba del
gobierno,
De sus sueños,
del mañana.
Por un momento
mi vida
Se cruzó en su senda amarga,
Y pensé triste,
muy triste,
¿Qué será de él,
cuando yazca
Muerto en alguna
acera,
Cuando despunta
el alba,
Y su cuerpo esté
rígido
Y frío, como una
espada,
Y su mirada se
pierda
En el cielo,
acabada,
Y el humo de su
cigarro
No exista ya, ni
haya nada?
Él se marchó por
su lado,
Yo, por el mío,
con calma;
Él fue en busca
de una acera,
Yo, en busca de
mi cama.
Sin embargo,
todavía
Pienso en él,
también en su alma.
Pero lo que más
me duele
No es él, es
saber que nada
En el mundo
cambiará,
Y así como él
llora y vaya
¿Cuánta gente
vive muerta,
Sin una sola esperanza?
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