Todas las horas nacen en mí
y en mí mueren todas las horas.
Todas las horas van
y todas las horas vienen.
Mientras tanto,
me entretienen
pensando en la opción
que me otorga mi libertad.
Mi libertad de opción,
mi opción por la libertad
tantas veces doliente;
sentir el peso del tiempo
en un instante
y al momento siguiente
observar mi vasto interior indiferente
al paso de esta vida única
e irrepetible, llena de horas únicas
que calcinan mi alma en su llama de pasión.
Sensibilidad sobreexcitada.
Felicidad exacerbada en el momento culminante.
Incomprensión ajena por el sentir de mi transcurso.
¿Quiénes son los demás
para juzgar mi andadura vacilante?
Las horas pasan.
Todas las horas.
Y el día del juicio final
mi momento habrá llegado.
Sabré cual fue mi instante eterno.
Solo un fotograma.
Sentir que en aquella hora estuve vivo
y saber que yo fui parte del mundo entero.
Las horas.
Todas las horas.
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