viernes, 25 de abril de 2014

Cómo crear humor (5º): Reírse de uno mismo


(Ríete  de tus propios errores antes que de los errores de los demás)
 
¿Te has reído alguna vez cuando has visto a alguien tener una caída tonta? No me mientas… y si el tortazo ha sido realmente estúpido, aunque se haya dejado los dientes, te habrás reído todavía más. ¿Y cuántas veces te has reído cuando te has caído tú, especialmente si los dientes eran tuyos?

Quien me oiga hablar se dará cuenta rápidamente que hay una letra que pronuncio mal. Bastante mal, por cierto. De pequeño mis padres me llevaron durante 4 años ¡4 años! a varios logopedas, y al final conseguir decir, no con poco esfuerzo, la susodicha letra. Como estás leyendo un libro, este pequeño defecto no se aprecia.  La letra, como no podía ser otra (puede ser otra, pero para mí siempre será ésa) es la R. ¡Errreeeee! ¡Errreee! Como también de pequeño me hacían repetir la consabida frase “el perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Rodríguez se lo ha cortado”, cuando ya de adulto, me metí a monologuista, en mi primer monólogo (sobre perros, que tiene gracia la cosa), la frase que sufrí durante mi infancia  fue, lógicamente,  introducida, y puedo asegurar que es uno de los puntos álgidos de la actuación. Y casi nunca falla.

A nadie nos gusta que se rían de nosotros, especialmente cuando las cosas duelen, y me refiero tanto al dolor físico, psicológico o emocional. Si tienes la osadía de reírte del error de alguien, especialmente si no existe la confianza suficiente, te aconsejo que primero te pongas tú como ejemplo. Alguien que es capaz de reírse de uno mismo sin complejos y en su justa medida tiende a simpatizar más con los demás porque demuestra que tiene sentido del humor. Eso sí, y esto es importante, no hacerlo de forma ostensible porque si no puedes dar pie a ser un hazmerreir, ya que hay personas que confunden las cosas y esto les motiva a querer ensañarse con los demás.
En el fondo, a la gente no le importa tanto que se rían de uno mismo cuando se equivoca, lo que le importa es sentirse ofendido en su dignidad. ¡Intenta que la otra persona salve su propio prestigio!
 Por ello, si consigues salvar su dignidad señalando el acto como “tonto”, no la persona que lo ha realizado, entonces habrás conseguido no solo  que no se ofenda, sino que se sienta más afín a ti. Y qué mayor grado de afinidad que manifestar que a uno mismo le ha pasado alguna vez. Al fin y al cabo, casi nadie se toma a sí mismo por tonto, excepto, por una parte, los muy sabios, y por otra, los que son tan tontos que ni se dan cuenta de ello.
También depende respecto a con quien te encuentras, como todo. Debes estar seguro que no lo utilizarán como arma arrojadiza contra ti, y posiblemente, antes de hacerlo, debes estar bastante seguro que tu buen crédito ha quedado anteriormente demostrado. Como en casi todas las circunstancias de esta vida, la primera impresión es importante, porque solo hay una oportunidad de crear una primera buena impresión, y es preferible que ésta sea consistente antes de embarcarte en estos berenjenales. 

Reírse de uno mismo suele implicar hacer una parodia de sí mismo, por lo que la imagen puede quedar resentida. Por eso, primeramente  tu imagen debe ser fortalecida, para si después quieres darle un pequeño “meneo”, que sus cimientos no se vean afectados.

                Si uno decide reírse de uno mismo, puede hacerlo de varias formas:

Una forma inteligente es decir exactamente lo contrario de lo que uno es. Eso sí, anteriormente ya ha debido quedar patente lo que es uno. Importante no confundir esto con falsa modestia, que eso a la gente no le suele gustar, porque puede parecer chulería. Si tú eres el mejor futbolista del mundo no digas “un futbolista tan malo como yo”, porque la gente entenderá, y con razón, que más que humilde eres chulo. Las cualidades no físicas suelen dar lugar a mayores malentendidos, no así  las cualidades físicas, que son evidentes. Un ejemplo claro, si un tipo de 140 kilos de peso dice “gracias a mi delgada figura y fino talle…” demuestra que se toma esta característica suya no muy valorada en esta sociedad (por desgracia los estándares estéticos son muy restrictivos hoy en día) con, por lo menos, un cierto sentido del  humor.

Otra forma es exagerar ostensiblemente una cualidad que se tiene. Con esto también hay que tener cuidado, porque alguien no muy perspicaz puede pensar que realmente lo dices seriamente. Por eso las cualidades físicas son más sencillas de entender. Otro ejemplo, si una persona de 2 metros de altura dice “gracias a mis 3 metros y medio de altura…” evidencia, que aunque es alto, es imposible que tenga esa estatura.

1 comentario:

  1. Hola Iñaki, pues...muy bueno, la verdad...yo con las caídas no me río ni de las mías ni de los demás pero tengo bastantes defectos y suelo reirme bastante de ellos, incluso lo escribo y todo :) y es reconfortante. Un saludo

    ResponderEliminar