(Ríete de tus propios errores antes que de los errores de los demás)
¿Te has reído
alguna vez cuando has visto a alguien tener una caída tonta? No me mientas… y
si el tortazo ha sido realmente estúpido, aunque se haya dejado los dientes, te
habrás reído todavía más. ¿Y cuántas veces te has reído cuando te has caído tú,
especialmente si los dientes eran tuyos?
Quien me oiga
hablar se dará cuenta rápidamente que hay una letra que pronuncio mal. Bastante
mal, por cierto. De pequeño mis padres me llevaron durante 4 años ¡4 años! a
varios logopedas, y al final conseguir decir, no con poco esfuerzo, la
susodicha letra. Como estás leyendo un libro, este pequeño defecto no se
aprecia. La letra, como no podía ser
otra (puede ser otra, pero para mí siempre será ésa) es la R. ¡Errreeeee!
¡Errreee! Como también de pequeño me hacían repetir la consabida frase “el
perro de San Roque no tiene rabo porque Ramón Rodríguez se lo ha cortado”,
cuando ya de adulto, me metí a monologuista, en mi primer monólogo (sobre
perros, que tiene gracia la cosa), la frase que sufrí durante mi infancia fue, lógicamente, introducida, y puedo asegurar que es uno de
los puntos álgidos de la actuación. Y casi nunca falla.
A nadie nos
gusta que se rían de nosotros, especialmente cuando las cosas duelen, y me
refiero tanto al dolor físico, psicológico o emocional. Si tienes la osadía de
reírte del error de alguien, especialmente si no existe la confianza
suficiente, te aconsejo que primero te pongas tú como ejemplo. Alguien que es
capaz de reírse de uno mismo sin complejos y en su justa medida tiende a
simpatizar más con los demás porque demuestra que tiene sentido del humor. Eso
sí, y esto es importante, no hacerlo de forma ostensible porque si no puedes
dar pie a ser un hazmerreir, ya que hay personas que confunden las cosas y esto
les motiva a querer ensañarse con los demás.
En el fondo, a
la gente no le importa tanto que se rían de uno mismo cuando se equivoca, lo
que le importa es sentirse ofendido en su dignidad. ¡Intenta que la otra persona salve su propio prestigio!
Por ello, si consigues salvar su dignidad
señalando el acto como “tonto”, no la persona que lo ha realizado, entonces
habrás conseguido no solo que no se
ofenda, sino que se sienta más afín a ti. Y qué mayor grado de afinidad que
manifestar que a uno mismo le ha pasado alguna vez. Al fin y al cabo, casi
nadie se toma a sí mismo por tonto, excepto, por una parte, los muy sabios, y
por otra, los que son tan tontos que ni se dan cuenta de ello.
También
depende respecto a con quien te encuentras, como todo. Debes estar seguro que
no lo utilizarán como arma arrojadiza contra ti, y posiblemente, antes de
hacerlo, debes estar bastante seguro que tu buen crédito ha quedado
anteriormente demostrado. Como en casi todas las circunstancias de esta vida,
la primera impresión es importante, porque solo hay una oportunidad de crear
una primera buena impresión, y es preferible que ésta sea consistente antes de
embarcarte en estos berenjenales.
Reírse de uno
mismo suele implicar hacer una parodia de sí mismo, por lo que la imagen puede
quedar resentida. Por eso, primeramente
tu imagen debe ser fortalecida, para si después quieres darle un pequeño
“meneo”, que sus cimientos no se vean afectados.
Si uno decide reírse de uno
mismo, puede hacerlo de varias formas:
Una forma
inteligente es decir exactamente lo contrario de lo que uno es. Eso sí,
anteriormente ya ha debido quedar patente lo que es uno. Importante no
confundir esto con falsa modestia, que eso a la gente no le suele gustar,
porque puede parecer chulería. Si tú eres el mejor futbolista del mundo no
digas “un futbolista tan malo como yo”, porque la gente entenderá, y con razón,
que más que humilde eres chulo. Las cualidades no físicas suelen dar lugar a
mayores malentendidos, no así las
cualidades físicas, que son evidentes. Un ejemplo claro, si un tipo de 140
kilos de peso dice “gracias a mi delgada figura y fino talle…” demuestra que se
toma esta característica suya no muy valorada en esta sociedad (por desgracia
los estándares estéticos son muy restrictivos hoy en día) con, por lo menos, un
cierto sentido del humor.
Otra forma es
exagerar ostensiblemente una cualidad que se tiene. Con esto también hay que
tener cuidado, porque alguien no muy perspicaz puede pensar que realmente lo
dices seriamente. Por eso las cualidades físicas son más sencillas de entender.
Otro ejemplo, si una persona de 2 metros de altura dice “gracias a mis 3 metros
y medio de altura…” evidencia, que aunque es alto, es imposible que tenga esa
estatura.
Hola Iñaki, pues...muy bueno, la verdad...yo con las caídas no me río ni de las mías ni de los demás pero tengo bastantes defectos y suelo reirme bastante de ellos, incluso lo escribo y todo :) y es reconfortante. Un saludo
ResponderEliminar