martes, 15 de abril de 2014

poesia 288


Si al menos las lágrimas
fueran potables
algunos no morirían de sed,
porque donde falta el agua
sobra la miseria
y no existe aquel sueño
en el que creer.
Si al menos las lágrimas
fueran potables
yo intentaría hacer
del desierto un vergel,
convertir la duna en ola
y la tormenta de arena
en viento que trajera
la fuente
que te diera de beber.
Pero las lágrimas
no son potables.
Solo dan más sed
y menos esperanza;
son un buque de petróleo
que mancha el mar
y asfalta la playa.
¿Quién volverá a convertir
el agua en vino?
¿Cuándo volverá a llover?
Si al menos
las lágrimas
fueran potables
lloraría un mundo
para llenarte un vaso.
Mi dulce ángel,
última flor de mi jardín,
llora ahora y descansa
tu salitre en mi regazo.
Seguro que encontramos
agua mañana
en el pozo más cercano.

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