Callando la
mañana me emborracho
En la cocina,
sola, con ginebra.
Y es que la ginebra
me gusta (no
Duele) y es
barata. En la botella
Dejo el carmín
rojo de las noches
Noctívagas que
naufragan en la marea
De la falta de
los besos (ya da igual
Que sean
falsos), besos que embelesan.
Y son ellos, los
besos, los que actúan
Como sellos en la
boca de mi espera
Y en la boca de
mis sueños frustrados.
Me levanto y me
marcho, busco acera
Y un
supermercado: espaguetis,
Lechuga,
pechugas, merluza y peras,
Latas de atún,
de aceitunas, de anchoas,
De tomate, de
callos y de cerveza.
Whisky, chicles, leche, whisky, manzanas.
Papel
higiénico, vodka y ginebra,
Tres de
ginebra para después.
En la
calle hace frío y la chaqueta
Que me
tapa no me quita el temblor
De las
entrañas (no sé si por la pena
O la
resaca). Llego a casa, maldito
Hogar de
la vida, abro la puerta,
Descorcho
la botella de cristal
(la de
vino encima de la mesa)
Y la
observo un momento, luego
La
levanto y la amo hasta vencerla.
Callando
la tarde la oscura sombra
De la
turbia amargura me desvela.
Sueño
rosas y jazmín, luces que
No
mutilen mi maltrecha conciencia,
Busco
los barrotes de esta cárcel
Para
salir a respirar fuera;
Cierro
los ojos a la fantasía
Hacia
una fantasía que no envejezca,
Que
morirá pronto. Y no sé, lo juro,
Qué será
de mí cuando despierte ajena
A la realidad que me circunscribe
A este
extraño mundo que me aliena,
Formado
por mi ombligo y las dunas
Áridas
de lluvia tiña que lo rodean
Invariablemente;
para qué intentar
Cruzar
este desierto y salir fuera.
-----------------------------------------
Son las
nueves y dieciséis minutos,
Suenan
las llaves, se gira la puerta,
Aparece
la figura del hombre
Que
llega del trabajo, la besa
En la
mejilla (apenas un instante,
Un leve
roce), pregunta por la cena,
-¿qué
tal el día?
- Bien, gracias.
-¿qué tal?
-Bien.
Mentira
piadosa que no engaña.
La mira,
ya no lo ve. Mujer sincera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario