miércoles, 23 de abril de 2014

poesia nº 289



Todas las cosas que imaginé
se quedaron en un vaso de cristal,
apurando el cáliz de mi tiempo,
y esperando llegar aún más lejos
no alcancé siquiera la punta de mis zapatos.
Casi nadie lo dice nunca.
Casi todos esconden sus miserias.
Yo me como mi orgullo
y finjo una honestidad sincera.
¡Tenía tantas ilusiones!
Tenía la vida entera.
Hoy de rodillas frente a mi Dios
me miro en el espejo
y observo mi inepta idolatría.
Debiera haber creído en un Dios más grande.
Debiera haber creído en un Dios
que no utilizara zapatos.
Debiera haber creído más en mí
y menos en mi imagen,
más en mí
y menos en mi imagen,
más en ti
y menos en tu ropaje.
Apurando el cáliz de mi tiempo
comprendo ahora mejor el momento,
tocar la vida,
no hipotecarla por un sueño,
amarrar el instante
ahora que sé
que todo instante solo vale
su espacio concreto.
Quisiera volver atrás,
pero el pie solo camina hacia delante.
Quisiera volver atrás
y verte siempre como siempre te soñé,
siendo mi amante.
¿Merece la pena poseer
la capacidad del recuerdo?
Hace tiempo que mi película se veló.
Ahora vivo fotograma a fotograma.

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