martes, 1 de abril de 2014

poesía nº 252



Del cenicero el humo parece evaporarse.
También las sábanas parecen a veces tu reflejo.
Y no sé si es por el aroma
que aún perdura (o mi conciencia
que todavía se lo imagina),
lo que lleva implícita la forma
de tu sombra.
Una vez pensé que las palabras eran mías.
También pensé a veces que ellas me decían
la verdad.
Y no es cierto.
Concepto definido por comparación generalizada,
me ruboricé al verte tan callada
por pensar que en tu silencio
la palabra soledad materializaba su concepto
por primera vez verdaderamente,
en forma de mujer,
y a la vez tan evocada
que parecía imposible no enamorarse.
Nadie me dijo
que la niebla fueran nubes bajas.

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