poesia 126

Tres minutos dura apenas
El anochecer de un día.
El rosa suspira y muere
Al instante, ya sin vida.
Levanto al cielo los ojos
Sin querer y no me mira,
Lo busco y no lo siento,
Lo pretendo; se fue en su ida.
¿Dónde vas tan raudo y rápido,
Que olvidas las despedidas?
¿Acaso huyes de la noche
Por no ver tu alma marchita?
Corre, corre mucho, corre,
Que él va más deprisa,
Que por mucho que te escondas
Su mirada no la evitas.
Tres minutos, tres, tu gloria
Dura siempre cada día.
¿Y eso te entristece? ¡Pobre
Desdichado! Piensa en la mía.
Tu gloria siempre es efímera,
Sin irte estás de venida;
Pero vuelves a nacer.
Yo veo al irse el día
Contigo irse la esperanza
E irse con ella la alegría.
Tú te quejas, sin embargo
Sigues; yo en  cambio, sin prisa
Pero sin pausa muero,
Y sé que cuando llegue el día
En que muera, morirás
Conmigo cual fiel amiga,
Pero cuando el cielo vuelva,
Tú en el cielo gloria y risas,
Y yo ni un simple recuerdo
Bajo la tierra que miras.