- ¡Jódete cabrón!
-
¡Jódete tú, hijo de puta!
-
¿Pero tú de qué hostias vas?
- ¡De
lo que sale de los cojones!
-
¡Cállate que te parto la cara!
- ¿Yo
qué culpa tengo de que tu jamba sea una cerda?.
- ¡Te
voy a joder, cabrón!
-
¡Vete a tomar por culo!
- ¿Qué
has dicho?
- ¡Que
te vayas a tomar por culo!
- ¿A
qué no lo repites?
- ¡Que
te vayas a tomar por culo!
- ¿A
que no lo vuelves a repetir?
- ¡Que
te vayas a tomar por culo!
- ¿A
que ahora si que no lo vuelves a repetir?
- ¡QUE
TE VAYAS A TOMAR POR CULO!
- ¡Te
voy a matar!
-
¡Tócame los huevos, tío!.
Recuerdo el caso aquel del apuñalamiento del
tío en el váter de un bar; aquel donde
el tío tenía la cabeza dentro del retrete con tres puñaladas en el pecho. Por
lo visto más tarde pillaron al asesino y dijo que fue por un asunto de cuernos.
Total, que él se fue a la cárcel unos años y un día, y la novia al poco tiempo
se lío con el tipo de las máquinas tragaperras.
El de
las tragaperras será el obrero psicópata. Creo que será un buen argumento. Éste
será el definitivo. Digo yo que ya es hora, sólo es necesario encontrar al
editor con la suficiente sensibilidad como para que pueda comprender mi estilo.
Estoy seguro que te hubiese gustado...
...jamás te perdonaré lo que has hecho. ¿Por
qué? ¡Joder!. Cuanto más lo pienso menos lo entiendo. Haberme llamado, dicho
algo, pero no, tu puto orgullo no te lo permitía. Era yo, tu amigo, no otro.
Sabes que yo hubiese ido, lo primero, antes que cualquier otra cosa, y eso que
la última vez que te vi no pensé que fuese tanto, tampoco tenías tan mala cara.
Me dijiste que lo habías dejado... ya veo que no era cierto, y si lo era poco
te duró...
...y
siempre decía que cagando se sentía más cerca de sí mismo, aunque claro está
que no era lo mismo cagar en un retrete que en otro. Supongo que en Madrid
encontró su retrete gemelo, aquel que sería su confesionario. A veces le
escribo, aunque ya nada es igual. Ahora está currando en un biblioteca...
Cuando se fue aquel día me dijo que cuando tirase de la cadena me acordase de
él, y lo más curioso es que de vez en cuando lo hago. De él aprendí que la
mierda es una parte importante de nuestra vida y el retrete el sitio más
íntimo. Después de todo, a casi nadie le gusta que le vean cagar... y mucho
menos a ti, que a mí me daba igual, no hubiese cambiado el concepto que tenía
de ti por verte sentada en la taza, que una vez te vi, lo recuerdo muy bien, y
tenías una cara muy graciosa, como de meditación.
- A
veces, cuando me despido de un amigo, le miro fijamente antes de que se vaya...
-
cincuenta y seis... cincuenta y siete... cincuenta y ocho... cincuenta y nueve... Sesenta.
- ...y
entonces se va y pienso que se suicida y pienso en qué coño he fallado y no
encuentro la razón... como si no hubiese
estado atento y no hubiese sido capaz de verla... Siempre veo a todos muertos, después de las
despedidas...
-
...tenta y nueve... ochenta... ochenta y uno... ochenta y dos... ochenta y
tres... ochenta y...
- y
los imagino debajo de un camión, con la cabeza aplastada y yo les estoy mirando, llorando,
sin saber qué pensar... Después imagino el entierro, en el que yo estoy de blanco y los demás de negro...
-
...noventa y ocho... noventa y nueve... Cien.
- Sé
que no...
-
...totres...
-
...ce muy lógico, pero me pasa siempre. No creo que sea nada serio, pero me fastidia
pensarlo. ¿Me estás escuchando?.
- Sí
sí, ...torce... te escucho... ...todieciséis...
- A
veces cuando me despido de ti pienso que es la última vez que te veo y... te
imagino con... blanca, mucho más blanca todavía, y dentro de un ataúd negro.
Estás en una habitación vacía, sólo tu ataúd... Y yo.
-
...ta y dos... ciento treinta y tres... ciento treinta y cuatro...
- Y me
doy cuenta de lo solo que estoy, como si ya no me quedara nadie, sólo yo, y
miro a todos los lados y no veo más que tu ataúd en esa habitación vacía, el
ataúd negro, tu cara totalmente blanca y pálida y yo... ¿Por qué no dejas ya de
contar escalones?
- ...y
nueve... ciento sesenta... ciento sesenta y uno... ciento sesenta y dos...
-
Joder...
-
...to sesenta y tres...
Y te
perdiste. Eran demasiados para acertar. Al final tampoco creo que me estuvieses
escuchando. No dejabas de contar los escalones... Parecías uno de esos robots
locos de la tele... ¿Verdad que había unas vistas preciosas desde allí
arriba?... Bueno, tú dijiste fue que tirarse desde allí tenía que ser...
"volar"... Recuerdo que el cielo era casi gris, no como esos días de
verano que venían en todos los folletos de propaganda, totalmente azules, sin
una sola nube... Desde allí arriba se veía todo pequeño, como desde el mundo de
las canciones, ¿verdad? Siempre decías que te gustaría vivir dentro de una
canción, esconderte y no volver nunca más. Te escondías en él y aparecías de
repente, y ni tú misma sabías dónde habías estado...
...días de verano, y sobre todo las noches,
eran los que más te gustaban. Mirabas las estrellas y decías que tu preferida
era la estrella polar, que yo nunca tuve una preferida, pero me gustaban todas.
Algunas te las pasabas pintando, por lo visto te inspiraba. Las caras eran
verdes y los cielos rojos... No sé quién, pero hace tiempo alguien me dijo que
las estrellas eran las almas de los muertos... Quizá por eso Patricia nunca las
miraba...
Hace
casi un par de meses, como pasa el tiempo. Igual que las juergas de la
universidad, o las del instituto, o las
de después. Recuerdo que lloraste, yo casi. Sin un beso. Siempre las despedidas
sin besos. Nunca los hubo. Ya no los habrá. Al final solo la mirada... como
cuando te dejó el tío aquel, Borja, que me hubiese encantado besarte. Siempre
que veo una chica bonita llorar quiero besarla. Tú merecías algo más que ese...
...jóvenes, y es cierto, nos queda toda la
vida por delante, aunque a unos más que a otros. Dentro de este coche parece
que se ha detenido el tiempo. Somos jóvenes y podemos hacer lo que queramos. Tú
ya no... y eso que esa era precisamente tu frase, la decías siempre... es fácil
decirlo cuando las cosas te salen bien. Y sin embargo sigo siendo joven, tengo
toda la vida por delante, solo es cuestión de aprovecharla. Un día de estos
dejo la oficina y me marcho a recorrer mundo; no sé cómo, pero lo haré, solo es
cuestión de proponérselo. Si tú lo hiciste...
Beber
whisky. Y más whisky. Al final sólo era whisky. Pero al principio era la
hostia, hasta parecíamos duros. Siempre mano a mano, en las cenas éramos los
putos amos, sobre todo yo, que tenía más aguante. Yolanda nunca se atrevía,
tendría miedo, no fuese que sus labios de fresa se manchasen. Ella, tan pura,
tan casta, que parecía un ángel cuando dormía, pero que aquel día en León
follamos como locos, y no lo hacía nada mal...eso sí, como tú no, desde luego,
que lo tuyo era arte... quizás la vea en el tiempo entierro. ¡Hace tanto que no
sé de ella! Por lo menos desde que se fue de la ciudad. Quedamos en
escribirnos, pero perdí su dirección, y ya sabes cómo son estas cosas, primero
que ya se la pillaré a alguien y después que tienes otras cosas en la cabeza,
que si el piso, el curro, los colegas, ya sabes.
Aquellas cenas eran de puta madre, me
encantaban, claro está que tampoco teníamos las preocupaciones de ahora, aunque
teníamos otras. Litros de cerveza y de whisky. Como siempre al final siempre
era lo mismo. Noches alegres mañanas triste.
El
otro día empecé a leerme un libro. Tenía buena pinta, te lo juro, la portada y
todo eso, ya sabes. En la página tres empezó a describir una mesa. Debía ser
una mesa increíble, porque se pasó página y media describiéndola. Después dejé
el libro. ¿Cómo puede haber un tío que se pase una hora describiendo una mesa?
Es algo que no me lo explico. Me recordó a la leche desnatada, habrá gente que
le guste, pero a mí me parece totalmente diluida, y ese libro era igual. Era un
libro desnatado. Mi obrero psicópata será distinto, ya verás, tendrá fuerza,
sin concesiones. A la gente le gustará, seguro.
El
cielo se ha despejado. Las estrellas brillan allá a lo lejos. La carretera en
una eterna autopista hacia delante. Dentro Angie canta y se pregunta algo sin
repuesta. La voz de Mike sigue derrapando en las curvas.
Fue en
el Globas, ¿Dónde sino? Como siempre vacío, o si no casi. Dije algo y te besé,
por eso siempre que escucho esta canción me acuerdo de ti. Es cierto que te besaba
pocas veces, pero cuando lo hacía lo sentía de verdad. Tuvo que ser poco antes
del segundo viaje. Para mí un beso es importante, te puedes tirar a alguien,
pero un beso es más profundo, expresa sentimiento...
Deberías haber visto la ciudad, la están dejando
preciosa. Desde hace un par de años, más o menos, poco después de que tú te
fueses, la empezaron a remodelar, tiraron las casas viejas y pusieron parques.
La gente parece que está contenta con el nuevo alcalde, la putada es que han
subido los impuestos, y la verdad, el bolsillo no está para bollos, que
bastante hago con llegar a final de mes. Me prometieron un aumento, pero
todavía no he visto un duro. El trabajo se lleva, con el tiempo uno le coge la
medida. Es fácil, simplemente cumplir el plan previsto. Además, una vez dentro
la rutina hace el resto; no tengo por qué dar más de lo que me piden. No como
tú, que ya me gustaría vivir de los cuadros, de lo que quiero...
No
puedo pensar que estés muerta, hasta te hablo, resulta gracioso... ¡Joder! Te lo
dije y no me hiciste caso. Eres la hostia. Nunca, nunca te debería haber dado a
probar, aunque claro, si no hubiese sido yo seguro que hubiese sido cualquier
otro... si lo llego a saber, te juro que no te hubiese dado, que yo ya ves,
aquí, conduciendo, pero tú, ahí, blanca y bajo tierra. ¡Joder, mierda puta! Me
jode que me hagas esto, precisamente a mí, sabiendo como sabías lo poco que me
gustan los cementerios, que bastante tuve con la última vez que fui a uno...
Todo negro. Ahí abajo tiene que hacer frío. Te mueres y te jodes; el cielo para
los idiotas, o por lo menos esa era tu opinión. Me da igual, si total me quedo sin tí. Negro y frío, tiene
que ser como el fondo del mar, que por cierto, todavía me acuerdo cuando lo vi
la última vez... el mar es muy grande... estaba yo solo, ahí, en las rocas,
mirando cómo salía el sol. El sol salió y era rojo, parecía que se iba a caer,
pesaba. No creas que es como cuando esta allá arriba, no, está justo encima del
mar y parece que de repente se va a hundir en él. Lo miras y no te duele, luego
va subiendo y cambia. El mar brilla, es como en las películas, y tiene
distintos colores, y más que colores luz, solo luz. Uno se siente muy pequeño
frente a todo aquello. Muy pequeño. Luego me fui.
¿Sabes? Un día de estos me voy a teñir el pelo
de rojo. Igual hasta me queda bien. No creo que me digan nada en la oficina, el
pelo es mío y lo llevo como me da la gana. Además, que hostias, voy a trabajar
lo mismo. Hace tiempo que lo tengo pensado y un día de estos lo hago. A tí no
te quedó nada mal cuando te lo teñiste, aunque claro, tu llevabas el pelo largo
y yo lo llevo corto.
...siempre me han parecido tierra del enemigo,
los intento pasar sin que me den demasiadas balas. Ahora todavía me gustan
menos, creo que realmente las odio. En el fondo creo que los he odiado siempre.
A ti tampoco te gustaban mucho. La verdad es que no conozco a nadie que le
guste; yo incluso prefiero un lunes a la mañana que un Domingo a la tarde, y te
puedo asegurar que eso es mucho decir... solo entonces me gustaban y por eso
las odio más ahora, porque no están cerca. Aquellas veces siempre había algunos
labios que besar.
...
odio conducir de noche, siempre lo he odiado... y mira que hemos hecho el loco
con el coche. Mil veces nos habremos jugado la vida, pero que risas nos
echábamos. La música alta, el coche rápido, más que correr volaba, y nosotros
dentro, riéndonos medio orejas, que uno lo piensa después y se da cuenta, pero
en el momento solo piensas en vivir un poco más intensamente. De todas formas
creo que alguna vez tuvimos suerte, porque todavía sigo vivo. Este viejo trasto
nos ha dado muchas alegrías, que con eso que fuí el primero que tuve coche
siempre me tocaba de chofer, aunque claro, no siempre era yo el que lo traía.
Las razones...
...ser.
Al fin y al cabo puede que tuvieses razón, no hacíamos mala pareja y en el
fondo Silvia me quería, yo creo que me quería, y es posible que todavía me
quiera. Te juro que yo me lo propuse, no era mi intención, pero hubo un momento
en que los fantasmas traspasaron las paredes y se escaparon. La misma mesa
donde todo nació fue al final la que la vio llorar. Yo no quería, tú lo sabías
bien, pero ella supo lo de los fantasmas y echó a correr. Si alguien tiene la
culpa tengo que ser yo, no debería haberles puesto nombre de mujer. Me dijo que
cuando madurase que la llamase y ya hablaríamos. En los malos tiempos solo tu
compañía y la de los fantasmas y luego solo la de los fantasmas. yo solo me
refugiaba en el círculo azul de mis manos, el del trozo de cielo de mi
infancia. Ahí fuera está muy oscuro y aquí dentro también, uno a veces se
siente un poco solo, como en las rocas frente al mar... aunque veo que no soy
el único, supongo, sino no iría ahora a París.
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