lunes, 17 de marzo de 2014

9,8 m/s (al cuadrado) (XI/1)



Jean Paul, desde que me dijiste que salías con él he querido conocerle, debe ser un buen tipo. Llevabas con él más de un año y todavía no lo habías traído, dijiste que en el verano vendrías con él. Ya no lo conoceré, es una pena, por lo menos en el entierro sabré quien es. Eso contando con que llegue a tiempo. Tengo que llegar... Yo creo que sí, pisándole un poco; además estas cosas se suelen retrasar siempre. Cuánto más lo pienso más asco me da, correr para ir a un cementerio. Es absurdo, si total ya no te vas a mover de ahí. Ahora estarás blanca, fría, en el mismo sitio, viendo pasar a la gente solo de visita. Bien pensado un cadáver es como un retrete; todo se reduce a lo mismo...

 ... nunca muy bien, no te pasaba a menudo, es cierto, pero a ve-ces sí, y entonces me preocupabas mucho. Te lo dije alguna vez y tú me dijiste que no lo podías evitar, que era inherente a ti, pero en las temporadas bajas parecía que te costaba hasta moverte. Yo siempre he intentado ser más equilibrado, y de hecho creo que lo he sido; es difícil verme botando por las paredes, pero también es difícil verme hundido en la mierda. Los extremos no son buenos y parece mentira que una chica tan inteligente como tú no se diese cuenta de algo tan evidente. Claro está que uno tampoco elige su carácter, pero...

 Teresa es una buena mujer, acabaremos por ser buenos amigos, estoy seguro de ello. El otro día cuando fuimos al pantano charlamos a gusto. Me contó que hacía tiempo que no estaba con un hombre, que había tenido un par de líos y que había tenido mala suerte. Suele pasar, la suerte escasea últimamente. Para unos más que para otros. Me dijo que se encontraba tranquila, que estaba teniendo una época de reflexión, que de vez en cuando las tenía. Me dijo que eran tiempos de transición entre temporadas más intensas, lo que sucedía era que no sabía cuánto le podían durar y que estaba harta de la pasividad. Tiene unos ojos bonitos, originales. Después acabamos yendo al cine, que por cierto, no me acuerdo ni del nombre de la maldita película, que casi me duermo de lo mala que era...

 ... que no queda mucho para llegar. Eso espero, no sé por qué pero quiero llegar a tiempo, despedirte. Ahora ya nunca me enseñarás a pintar, ya no cumplirás tu promesa, ni verás publicado ninguno de mis libros, ni volveremos a pasear por el Sena. Quizá los elefantes se pongan tristes una temporada y no quieran volar. Ya no me regalarás ningún cuadro, ni el desván olerá a pintura y el pantano como si revienta. Al menos te podría haber caído un ladrillo encima, por lo menos hubiese dicho que Dios seguía dormido y habías tenido mala suerte por eso. Supongo que Jean Paul no estará muy alegre... ni tampoco te podré echar otro polvo, que tú sí que sabías lo que era follar, que lo tuyo era un don innato, no como otras que con estar tiradas en la jodida cama se piensan que no hay que hacer más.

 ...y por lo visto la tía se tiró al negro de la discoteca. El caso que se casó y a los nueve meses tuvo un hijo, y jódete pero que el bebé era negro y por eso se enteró el marido que su mujer se había tirado al negro en la despedida de soltera. Imagínate, tener un hijo y que sea negro, que coña para el pobre cornudo. Te juro que es cierto, que lo ví el otro día en la tele y parecía que iba en serio. Si a mí me pasara eso no sé lo que haría, tan fácil la perdonaba como la mandaba a la mierda.

 El otro día estaba en casa y miré fuera, sentado en el sillón. Miré fuera y pensé 47 razones distintas para no salir de casa. Es que fuera hay mucha gente, demasiada, y mucho hijo de puta suelto. Por lo visto el otro día le abrieron la cabeza a un tío a patadas porque decían que les estaba mirando y es que hay miradas que matan. Seguro que esa era una de ellas, y si no que se lo digan al de la cabeza rota. Pensé 47 razones distintas, y si me dieses tiempo yo creo que apurando te podría dar hasta 62, por lo menos.

 Cuando los días sean más grandes te echaré de menos y recordaré aquellos buenos momentos que pasamos. En los días grandes parece que caben muchas más cosas que en los días pequeños, no sé por qué, al fin y al cabo todos tienen 24 hora. Es difícil llenar un día grande y tú lo hacías. Casi siempre. Ahora los días grandes parecen más pequeños porque hay menos cosas, es como si hubieran perdido horas con la edad, supongo que los años también envejecen. Tú ya no. Serás como Peter Pan, James Dean o Mafalda; no tendrás que despedirte de los demás o ir a los cementerios o pagar facturas de teléfono. Pero es bonito vivir, a mi me gusta, supongo. Levantarse y ver un día azul, o un día nevado, o una noche de luna llena. Hay cosas por las que vale la pena vivir.

 Deberías haber visto al pobre viejo cuando se despertó y vio al perro meándole la pierna. Daba pena. Se levantó y se fue, con su cara de impotencia y los críos descojonándose. Nadie hizo nada. Yo tampoco. En el fondo somos todos unos cabrones, imagínate que hubiese sido mi padre. Está claro que el respeto no vende hoy en día. Yo le fui a avisar pero Laika...

No hay comentarios:

Publicar un comentario