jueves, 20 de marzo de 2014

poesía nº 293



La duda del amor.
De mi amor.
El sueño eterno de mi esperanza.
El dolor de una incertidumbre pasajera
que sobrecoge
por la ignorancia de su duración,
que hace vacilar el paso del caminante
hacia su meta deseada.
La duda del amor.
De mi amor.
El horror a pensar
que uno pueda equivocarse en la elección
realizada con el corazón
para el corazón.
Toda mi vida en un puño,
y el puño escribiendo con temor
a perder la fe en la idea imaginada.
No quiero equivocarme
Porque no quiero dejar de quererte.
No quiero perderte
porque sin ti
soy una moneda de una sola cara.
La duda razonable
(de razón)
que enquista mi pensamiento.
La flor de mi voz que crece en primavera.
Mañana me levantaré temprano
y me marcharé
caminando donde brilla el sol;
tú verás el rayo que guía el paso,
y si quieres me encontrarás
en el lugar donde
tú y yo
seremos las personas más felices de este mundo.
Maldigo la opción
del perturbable pensamiento existencial.
Y mientras te echo de menos,
pienso  esta hermosa tarde de inescrutable destino
en el designio de tu voluntad.
Todavía te quiero
con la fuerza del creyente en Dios.
Todavía te quiero.
Todavía te espero paciente.
Todavía pienso en dos.

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