Estoy cansado de conducir, no es fácil hacer
todo este camino de esta forma, acuérdate que en tren era mucho más cómodo. Nos
sentábamos al lado de la ventana y mirábamos y mirábamos pasar el paisaje,
cruzando los pueblos y las ciudades, cruzando... Eso estaba bien. Cuando
conduces es distinto, quizás no tanto para el que va al lado, que puede
cambiarse un poco de postura, o cerrar los ojos, o algo, pero el que conduce
no. Este viejo trasto está casi para la chatarra; es una pena, porque ha tenido
sus días de gloria. Bien es cierto que ha llovido mucho desde entonces, pero
cuando estábamos todos dentro éramos los putos amos de la carretera; la música
botando contra los cristales, que más que correr volábamos. A veces parecíamos
unos locos, pero valía más vivir el día que no vegetar. Ahora también hay que
vivir el día, creo, pero resulta más difícil, hay más preocupaciones...
...soñar con Patricia. Estábamos en un sitio
lleno de colores, no me acuerdo muy bien pero me parece que había pájaros y
peces y árboles. De repente se puso todo amarillo y no sé qué pasa pero
Patricia ya no está y yo exploto. ¿Te puedes creer que haya soñado eso?. Pues
lo he hecho antes. Estoy harto, no pasan dos semanas sin que sueñe algo
parecido; estamos los dos y de pronto todo se va a la mierda y se jode, no sé cómo, me da igual. No
sé por qué no la olvido, pero cómo voy a olvidarla con estos malditos sueños.
Silvia supo lo de los fantasmas y me plantó, pero qué puedo hacer. Te juro que
lo intento, yo no quiero, pero no lo puedo evitar. No hace mucho volví a verla,
nos encontramos por ahí, fue poco después de dejarlo con Silvia. Estaba
preciosa, como siempre. Me preguntó que qué tal lo llevaba y yo le dije que
tirando, que seguía en el mismo sitio, como siempre. Me preguntó cómo lo
llevaba con Silvia y le conté que lo acabábamos de dejar. Pareció disgustarse y
me dijo que no hacíamos mala pareja. No estuvimos mucho tiempo hablando, tenía
prisa. Después se fue diciendo que teníamos que quedar un día para charlar
tranquilamente en algún sitio, no en la calle. A mí la calle me parecía un buen
sitio para charlar. Llegué a casa y miré por la ventana. Fuera había mucha
gente, más que cuando estaba yo en la calle, o eso me pareció. Me acuerdo que
pensé en ti, y en Silvia y en Patricia y en la puta gente de ahí abajo. Por
ellos como si me pegaba un tiro, seguro. Por cierto, me dijo que acababa de ir
a vivir con el tío aquel con el que estaba, que habían pillado un piso pequeño,
cerca de donde vivías tú.
... en
la caja de zapatos. Ahí dentro había grandes momentos. Allí estaban las que nos
hicimos en tu primera exposición y me acordé de lo bien que nos lo pasamos
aquella noche con lo de la coca en el capullo y todo eso. Y en París. Y en
León. Y en alguna fiesta. Y las de la diplomatura, en las que salgo con cara de
subnormal, como en las de la comunión, que lo de ser el protagonista parecía
que me gustaba. Y tu perro, tan malogrado después de lo del coche con las
tripas fuera, pero que en la que tengo yo está oliéndole el culo a mi Laika. Y
Boni riéndose. Y Ekaitz actuando. Y Patricia en los columpios y también conmigo
mucho después en el parque. Y Silvia agarrándome de la mano. Y tú y Yolanda y
yo. Y mi hermano...
Míralo
por el lado que te dé la gana, me da igual, no tiene sentido. Hay cosas que por
más que se pretenda siempre seguirán siendo absurdas, forma parte de su
naturaleza, y te puedo asegurar que esa es una de ellas.
Me
gustaría haberte visto con todo esos pintores amigos tuyos. ¿Jean Paul también
lo era?... cómo nunca me lo dijiste... debe ser una vida de puta madre. Pintar.
Pintar y encima que te paguen por ello. Y bastante bien. Una vida como esa es
la que necesito yo. Ya verás cuando publique la novela del psicópata, entonces
si que voy a vivir la vida, porque seguro que va a ser buena y se va a vender.
Solo tengo que ponerme a escribirla, un poco todas las noches, porque no tengo
más tiempo, y entonces...
De
pequeño cuando me preguntaban qué quería ser de mayor decía que mayor, y ahora
que soy lo que los niños llaman mayor quiero ser niño. Hay que joderse, nunca
llueve a gusto de todos. No quiero decir que ahora esté mal, pero creo que
antes tenía menos problemas, a veces resulta ajena la música que escucho. Es
así de natural. También quería atrapar el trozo de cielo que rodeaba con mis
manos, pensaba que cuando creciese lo podría agarrar y guardarlo en el
bolsillo. Entonces era muy pequeño. Mirabas debajo de la cama todas las noches
por asegurarte que no había nadie. Sabías de sobra que no había nadie. ¿Por qué
lo hacías?. Era absurdo. Yo nunca he tenido ninguna manía, si de algo estoy
orgulloso es de que soy bastante equilibrado.
El 23
siempre ha sido un buen día para mí y hoy no es 23. Se nota. Tú siempre decías
que era casualidad y yo hasta casi lo creía, pero tanta casualidad no puede
existir. Debe ser cuestión de magnetismo numérico, o algo parecido. El día de
tu primera exposición fue 23, acuérdate. y el día del coche también, y... Es un
buen día. Los días 23 ando seguro, sin miedo, soy inmune, nadie me puede tocar.
Tú nunca tuviste días preferidos, para tí todos eran buenos. Eso es porque los
Lunes no trabajabas, si tu-vieses que meterte ahí dentro entre sus malditas
declaraciones de la renta no hubieses dicho lo mismo y vieses el banco al día
30 tampoco. Por eso prefiero el 23, pasa más desapercibido.
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