miércoles, 19 de marzo de 2014

9,8 m/s (al cuadrado) (XII/1)



Estoy cansado de conducir, no es fácil hacer todo este camino de esta forma, acuérdate que en tren era mucho más cómodo. Nos sentábamos al lado de la ventana y mirábamos y mirábamos pasar el paisaje, cruzando los pueblos y las ciudades, cruzando... Eso estaba bien. Cuando conduces es distinto, quizás no tanto para el que va al lado, que puede cambiarse un poco de postura, o cerrar los ojos, o algo, pero el que conduce no. Este viejo trasto está casi para la chatarra; es una pena, porque ha tenido sus días de gloria. Bien es cierto que ha llovido mucho desde entonces, pero cuando estábamos todos dentro éramos los putos amos de la carretera; la música botando contra los cristales, que más que correr volábamos. A veces parecíamos unos locos, pero valía más vivir el día que no vegetar. Ahora también hay que vivir el día, creo, pero resulta más difícil, hay más preocupaciones...

 ...soñar con Patricia. Estábamos en un sitio lleno de colores, no me acuerdo muy bien pero me parece que había pájaros y peces y árboles. De repente se puso todo amarillo y no sé qué pasa pero Patricia ya no está y yo exploto. ¿Te puedes creer que haya soñado eso?. Pues lo he hecho antes. Estoy harto, no pasan dos semanas sin que sueñe algo parecido; estamos los dos y de pronto todo se va a la  mierda y se jode, no sé cómo, me da igual. No sé por qué no la olvido, pero cómo voy a olvidarla con estos malditos sueños. Silvia supo lo de los fantasmas y me plantó, pero qué puedo hacer. Te juro que lo intento, yo no quiero, pero no lo puedo evitar. No hace mucho volví a verla, nos encontramos por ahí, fue poco después de dejarlo con Silvia. Estaba preciosa, como siempre. Me preguntó que qué tal lo llevaba y yo le dije que tirando, que seguía en el mismo sitio, como siempre. Me preguntó cómo lo llevaba con Silvia y le conté que lo acabábamos de dejar. Pareció disgustarse y me dijo que no hacíamos mala pareja. No estuvimos mucho tiempo hablando, tenía prisa. Después se fue diciendo que teníamos que quedar un día para charlar tranquilamente en algún sitio, no en la calle. A mí la calle me parecía un buen sitio para charlar. Llegué a casa y miré por la ventana. Fuera había mucha gente, más que cuando estaba yo en la calle, o eso me pareció. Me acuerdo que pensé en ti, y en Silvia y en Patricia y en la puta gente de ahí abajo. Por ellos como si me pegaba un tiro, seguro. Por cierto, me dijo que acababa de ir a vivir con el tío aquel con el que estaba, que habían pillado un piso pequeño, cerca de donde vivías tú.

 ... en la caja de zapatos. Ahí dentro había grandes momentos. Allí estaban las que nos hicimos en tu primera exposición y me acordé de lo bien que nos lo pasamos aquella noche con lo de la coca en el capullo y todo eso. Y en París. Y en León. Y en alguna fiesta. Y las de la diplomatura, en las que salgo con cara de subnormal, como en las de la comunión, que lo de ser el protagonista parecía que me gustaba. Y tu perro, tan malogrado después de lo del coche con las tripas fuera, pero que en la que tengo yo está oliéndole el culo a mi Laika. Y Boni riéndose. Y Ekaitz actuando. Y Patricia en los columpios y también conmigo mucho después en el parque. Y Silvia agarrándome de la mano. Y tú y Yolanda y yo. Y mi hermano...

 Míralo por el lado que te dé la gana, me da igual, no tiene sentido. Hay cosas que por más que se pretenda siempre seguirán siendo absurdas, forma parte de su naturaleza, y te puedo asegurar que esa es una de ellas.

 Me gustaría haberte visto con todo esos pintores amigos tuyos. ¿Jean Paul también lo era?... cómo nunca me lo dijiste... debe ser una vida de puta madre. Pintar. Pintar y encima que te paguen por ello. Y bastante bien. Una vida como esa es la que necesito yo. Ya verás cuando publique la novela del psicópata, entonces si que voy a vivir la vida, porque seguro que va a ser buena y se va a vender. Solo tengo que ponerme a escribirla, un poco todas las noches, porque no tengo más tiempo, y entonces...


 De pequeño cuando me preguntaban qué quería ser de mayor decía que mayor, y ahora que soy lo que los niños llaman mayor quiero ser niño. Hay que joderse, nunca llueve a gusto de todos. No quiero decir que ahora esté mal, pero creo que antes tenía menos problemas, a veces resulta ajena la música que escucho. Es así de natural. También quería atrapar el trozo de cielo que rodeaba con mis manos, pensaba que cuando creciese lo podría agarrar y guardarlo en el bolsillo. Entonces era muy pequeño. Mirabas debajo de la cama todas las noches por asegurarte que no había nadie. Sabías de sobra que no había nadie. ¿Por qué lo hacías?. Era absurdo. Yo nunca he tenido ninguna manía, si de algo estoy orgulloso es de que soy bastante equilibrado.

 El 23 siempre ha sido un buen día para mí y hoy no es 23. Se nota. Tú siempre decías que era casualidad y yo hasta casi lo creía, pero tanta casualidad no puede existir. Debe ser cuestión de magnetismo numérico, o algo parecido. El día de tu primera exposición fue 23, acuérdate. y el día del coche también, y... Es un buen día. Los días 23 ando seguro, sin miedo, soy inmune, nadie me puede tocar. Tú nunca tuviste días preferidos, para tí todos eran buenos. Eso es porque los Lunes no trabajabas, si tu-vieses que meterte ahí dentro entre sus malditas declaraciones de la renta no hubieses dicho lo mismo y vieses el banco al día 30 tampoco. Por eso prefiero el 23, pasa más desapercibido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario