Otazu
pensaba que el caos era rojo. Puede que tenga razón, después de todo es muy
difícil atrapar el caos en un cuadro tan pequeño. Después de aquello tú también
pensaste que podía ser rojo. Pero el tuyo era mucho más grande. A veces te
metías dentro de él con tus canciones y te escondías durante horas, justo hasta
que el humo se iba diciéndote adiós; entonces volvías y nosotros te seguíamos
esperando en la puerta. Aquellos días todavía nos reíamos de los microondas y
no les teníamos miedo a las antenas parabólicas...
Hay
algo que falla, estoy seguro. Solo necesito encontrar un punto de apoyo, eso es
todo. Es como la gripe, sin darte cuenta se mete dentro y te pones enfermo. Y
lo peor de todo es que la rutina ya ha alquilado muchas habitaciones en mi
cabeza. Te lo juro, no es fácil luchar contra ella, pero sé que algo falla. De
nueve a dos, de cuatro a siete. Mierda. Odio los relojes, solo sirven para
marcar las horas; un día de estos voy a quedarme en la cama y te aseguro que no
habrá reloj que sea capaz de levantarme de ella...
Cuando
llegue espero no perderme, creo que con un poco de suerte quizás me acuerde del
camino. De todas formas con el mapa no tengo problema. Lo he estado buscando y
al final estaba en el cajón azul, donde guardo los recuerdos, también estaba el
pañuelo. Te lo compré y luego se te olvidó. La verdad que siempre fuiste muy
descuidada para esas cosas. Por lo menos así tendré algo tuyo.
¡...
aquí!. Ojala, te he necesitado, sobre todo después de lo de Silvia. Menos mal que encontré a Teresa. Es
una buena mujer. No entendió muy bien por qué lo dejamos; la verdad es que
tampoco se lo expliqué todo, no era cuestión... Pero ella me escuchó cuando
hacía falta. Además, ya sabes que siempre me he abierto más a las mujeres.
Estos dos también me apoyaron, pero no es lo mismo. Es curioso, hace tanto que
la conozco, y me acuerdo que me la presentaste tú, bueno, el caso que hace
tanto que la conozco y nunca hubiese pensado que fuese así. Al final uno se da
cuenta que el mundo es una maldita pelota donde la gente va y viene, porque
nadie me dura. Ni tú, que primero te fuiste, y nunca te lo dije, ni tú tampoco
a mí, pero que creo que ya nada fue igual. Sí, es cierto, nos contábamos las
cosas, pero aquel era tu mundo y este el mío. Y ahora...
Me dijiste
que lo habías dejado, que estabas limpia. Y te creí. Mierda. Ya veo que aprendiste
a mentir, antes nunca lo hacías. Habérmelo dicho, no sé que hubiese hecho pero algo
hubiese intentado. No tenías mal aspecto, un poco pálida, pero tu piel siempre
era de ese color. No me lo explico, tía, cómo lo has podido hacer. Lo siento,
estoy seguro que si aquel día te hubiese dicho otra cosa ahora estarías viva.
Pero... ¿Qué se me había perdido a mí en París? A ti no sé, algo supongo,
porque algo encontraste, pero yo, yo no tenía nada que rascar. Además
justamente había pillado el curro y necesitaba el dinero. Y tú lo sabías. Lo
siento tía pero es mi vida, no puedo vivir del aire...
Quizás
me deje el pelo largo y después me lo tiña de rojo. O teñírmelo ahora, con el
pelo corto. El pelo largo me gusta. ¿Qué tal me quedaría?... como siempre me lo
corto... Quizás primero me lo deje crecer y después me lo tiña de rojo, rojo
como un tomate, ya verás, me quedará de puta madre...
Por
cierto, el fumeteo anda escaso últimamente. Por lo visto pillaron unos cuantos
Kilos y ahora media ciudad anda a dos velas. Eso es una putada, porque llevo un
tiempo sin poder pillar y a veces me apetece liarme un buen canuto y fumármelo
tranquilamente en la cama. Relaja mucho.
Nadie
sabe qué fue de ella. Simplemente desapareció. Por lo visto no dijo nada, solo
se fue. Sus amigos fueron a la semana a su casa y les dijeron que se había
marchado. Nada más. A veces nos cruzábamos por la calle y charlábamos un rato.
Algún día hasta nos tomamos unos cacharros. Parecía simpática. Solo sé que un
día desapareció y fue como si la tierra se la hubiese tragado.
...
mirar fuera se ha vuelto una herida. Fuera están las estrellas. Fuera están los
muertos... y a veces dentro también. La gente desde arriba parece más pequeña.
Sin embargo desde abajo todo se ve más lejano, será cuestión de perspectiva,
supongo, pero me da igual, porque yo me siento en otro lado y no es en medio.
Algunas veces yo también me quiero meter en las canciones y olvidarme, pero me
cuesta mucho, todo me cuesta cada vez más. Solo sé que los elefantes están
haciendo huelga de hambre en la oficina y ya casi se les ha olvidado volar, el
IRPF les da cianuro y Paula no lo evita. Ni Silvia. Ni tú. Mirar fuera se ha
vuelto salvaje porque dentro no hay besos de fresa ni sonrisas por almohadas.
Pero dentro no estoy solo, estoy yo. Quité todo de las paredes porque así las
puedo utilizar de pantallas de cine, es mejor. "El mundo está cerca,
jódete" y se reía. Quizá era eso, ahora lo comprendo. Los vecinos parecen
cuadros colgados enfrente de mi ventana, no se mueven, siempre están ahí. Ser
aire y desaparecer, o por lo menos volar lejos. Eso es lo que quiero, irme y
cruzar, sobre todo cruzar, no sé el qué, pero cruzar. Keyta parecía más vieja,
pero más feliz. Echo de menos que fuera no esté el mar para poder ver el
amanecer, sabes que he intentado atrapar el momento pero parece que la
oportunidad ya ha pasado. Joder, tía, cómo te he echado de menos; Laika no me
escucha, solo me mira, seguro, porque se hace la atenta pero nunca me dice
nada. Y para eso ya tengo a la pared blanca. No era esto lo que quería cuando
tenía quince años, pero como tense mucho la cuerda te digo yo de qué coño voy a
comer... y encima vas y la jodes. Mierda. Y no sé cómo dejar de fumar. Mierda.
Mierda mil veces. Joder tía, ¿Cómo te lo digo para que lo entiendas? Estoy
hasta los huevos, yo no quiero todo esto, solo quiero que me dejen en paz...
In my world I'm the king
you can't get in it.
I don't want.
Fuck you.
In my world I dream I shine
You can't get in it because you aren't me.
Fuck you.
I am.
I live in and it's cold out.
So I don't want to go out.
Because
outside I'm small.
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