No dirás que
agotada la pasión
No quedó la
esperanza sola e inquieta,
Arrastrando
penas entre los barros,
Llorando
lúgubre, pálida, muerta,
Sin féretro
donde ser enterrada,
Ni lugar donde
enterrar bajo tierra.
Hoy fue el día.
Lo supe al ver la lágrima
Sobre tu mejilla
descender trémula.
No hace falta
que digas nada, lo
Sé todo. Fue por
soñar despierta,
Por pensar que
tú serías la dama
Que habría de
convertirse en princesa,
Por creer que
merecías algo más
Que ser
solamente mi compañera.
No soy mucho,
eso es verdad, pero
Soy algo más que
nada, que una leña
Que se pueda
quemar para pasar
El invierno
cerca de una hoguera.
No digas nada.
Lo sé todo. Hoy
Fue el día de la
muerte de mi estrella.
Ya no hay sitio
para mí en el cielo,
Solo en la luna
de los que esperan
Caídos la
llamada de la noche,
Para que surja
rápida y nos vea
Mutilados de
nuestra esperanza,
Que de tanto
llorar se volvió negra.
No digas después
que nunca quisiste
Ser una hermosa
y altiva princesa;
Que por
equivocar tu sueño diste
Muerte al mío y
también a mi estrella;
Que por adorar
tu sueño no vistes
El mío, que eras
tú en toda tu grandeza.
Quisiste ser
princesa y no fuiste
Nada. Por lo
menos conmigo cerca
Hubieses tenido
un siervo fiel
Y el amante
sumiso que te quiera;
Y yo la princesa
que hubieses sido
Si hubieses sido
mi compañera.
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