- ¿Te has vuelto a cortar el pelo?
- Sí,
es más cómodo.
-
Además te queda mejor.
-
Gracias.
- ¿Qué
vas a hacer mañana?
- ...
-
Podríamos ir al cine...
- No
sé, tengo bastante trabajo. Mañana quizá me tenga que quedar aquí a arreglar un
poco todo esto. Ya ves, mis padres últimamente no están para muchos trotes.
- ¿Y por
qué no cogéis una asistenta?
- Ya
lo hemos hecho. La semana que viene empieza.
Al
otro extremo de la casa se oye el murmuro de la televisión. Aquí, en el
estudio, conversan un hombre y una mujer. Es de no-che. Una mesa con un
ordenador encima, apagado. Un pequeño arma-rio, una estantería, dos sillas. Y
el sofá-cama.
- Me
ha vuelto a llamar Boni.
- ¿Qué
contaba?
- Poca
cosa. Que hay que volver a repetir otro fin de semana. Le he dicho que no hace
falta, que se venga aquí y se pase unos días. Después de todo la otra vez fue
en su casa.
- Es
un tío de puta madre.
- Ya.
Es mi amigo.
Los
dos se miran, se acarician y se besan. Él le vuelve a mirar. Son sus ojos, le
gustan.
-
Entonces, ¿hasta cuándo?
- No
sé...
La
mano juega con la falda. Como sin querer, comienza a levantarla. Se sonríen. La
mano sigue, subiendo, lentamente. Otra mano la detiene agarrándola suavemente.
Se vuelven a mirar.
- ¿Y
si entran tus padres?
-
Sabes muy bien que nunca entran cuando estás tú. Conocen las reglas...
-
Todavía no me explico cómo pudiste volver con ellos después de irte a vivir por
tu cuenta. Lo tuyo sí que es amor de hijo.
- Son
mis padres y me necesitan.
- ...
-
Además, aquí estoy mejor. Con Nestor y Yukari estaba bien, pero ésta es la casa
donde he crecido y para mí es algo importante. Tengo sitio de sobra y respetan
mi intimidad. Ya sé que no es lo mismo, pero creo que hay más ventajas que
inconvenientes. ¿Por qué me dices siempre lo mismo?.
- Es
que me extraña, eres el único que conozco que lo haya hecho; todo el mundo hace
lo contrario.
- Ya
ves, ¿Todavía no te has dado cuenta que soy especial?.
Se
ríen. Se besan.
- Me
tengo que ir.
- ¿Tan
pronto?
- Sí,
quiero dormir, mañana tengo que madrugar, por lo del viaje, ya sabes.
- Está
bien. Te llevo a casa.
-
Seguro que lo haces solamente por querer impresionarme con tu coche nuevo.
-
Seguro.
Se
levantan. Fuera están las farolas, taciturnas. Salen de la habitación, abren la
puerta del salón y allí están, la televisión y dos pequeños cuerpos sentados a
tres metros y medio.
- Adiós,
nos vamos.
-
Adiós Tere.
-
Adiós Tere.
-
Adiós. Ahora vuelvo, voy a llevarla.
El
ascensor es pequeño y lento, como una caja de cerillas. Fuera hace frío, este
año el invierno se hace durar. Cielo raso, las estrellas arriba.
- Hoy
quizá hiele.
- ¿Tú
crees?
- No
estoy muy seguro, pero si no lo hace poco faltará.
- ¿Te
acuerdas? Antes con el otro coche, cuando estaba frío había ocasiones que
parecía que no iba a arrancar.
- Sí,
ya me acuerdo del viejo bólido. Fue un buen coche, tenía muchos recuerdos y se
portó muy bien. Me dolió dejarlo.
- ...
cuando ibas al pantano y llevabas a Laika, que no le gustaba nada ir en
coche...
- La
pobre Laika. Nunca pensé que podría echarle tanto de menos. Quería a ese bicho
peludo. Pero bueno, tenía muchos años y a todos le toca su hora... Por cierto,
¿Por qué te vas mañana?
-
Papeleo. Ya te lo he dicho antes.
-
Perdona, no me acordaba.
El
semáforo permanece en rojo. A pesar de la hora apenas se ve a casi nadie por la
calle. Las aceras permanecen mudas. Ciudad pequeña e ingenua que duermes antes
de medianoche. Un alma en pena desaparece tan rápido como había aparecido,
noctámbulo bastardo que vuelves a casa.
- ...
eso. Yo opino lo mismo que tú pero que le voy a hacer, yo no he hecho este
mundo.
- Ni
yo. De todas formas podían haberlo hecho mejor. Ahora es más complicado
cambiarlo, pero por ello hay que luchar.
- Tú
siempre pensando en cambiar el mundo, no tienes remedio.
- Es
que si algo está mal hay que intentarlo cambiar. Bueno, ya hemos llegado, ahí
está tu portal.
-
Entonces... ¿Hasta cuándo?.
-
Supongo que hasta el Viernes. ¿Te parece bien?
- Si
no queda más remedio...
Ella
le acaricia el pelo y él la besa. Suavemente. Lentamente.
-
Mañana hace un año.
_ ...
- Un
año muerta. Me gustaría haberle llevado un ramo de flores a la tumba, donde
quiera que esté -una sonrisa forzada aparece en los labios.
- no
le des más vueltas. Alegra esa cara. No querrás que me vaya viéndote así.
También era mi amiga, no como tú, pero... Piensa que ahora estará mejor que
nosotros, seguro.
- No
lo sé, nunca he estado muerto.
-
Bueno, me tengo que ir... y alegra esa cara, que nosotros seguimos aquí.
- Está
bien. ¿No me das un beso de despedida?
Ella
se acerca y le da un beso. Adiós. Adiós. La puerta se cierra y él le ve
marcharse entre los cristales. Ni una mirada atrás. Mira fuera, decididamente
hoy helará, la última helada del invierno probablemente. Busca el paquete de
tabaco. Lo encuentra y coge un cigarrillo. Lo enciende. El humo se dispersa y
se expande. Sube el volumen de la radio. Dentro de ella alguien canta con voz
ronca y melancólica. Arranca el coche y el motor grita en idioma extraño. Se
mueve.
Mañana
hace un año, parece mentira cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando iba
para París a tu entierro. Cuando volví me enteré, no sé quien me dijo que solo
fueron tus padres. y yo, pero yo llegué tarde. Creo que no perdieron mucho tiempo
contigo. El primer aniversario, no está mal, todo es empezar. Si hubiese
recibido tu carta antes, si la hubieses mandado antes... La recibí cuatro días
más tarde. Ahora importa una mierda, ya lo sé, pe-ro a mí no me da igual. Por
lo menos supe la razón. Joder tía, no eras la primera persona que le pasaba y
no por ello la gente se mata. A mí también me ha pasado y ya ves, aquí sigo. El
mundo no se acaba, hay más gente en él. Mañana hace un año... El otro día soñé
contigo. Estábamos los dos en un puente sobre el Sena mirando las estrellas y
tú me decías cual era la tuya, las mismas estrellas que nunca... La tuya era la
que más brillaba y me decías que muerta no se estaba tan mal. Menos mal que
tengo a Tere, creo que estoy empezando a quererla de verdad, es una buena
mujer. No sé cómo me costó tanto darme cuenta de lo que sentía por mí... A
veces me acuerdo de ti y de mí, cuando los días eran grandes, y entonces sí que
te echo de menos. Volvemos a estar arriba de la torre Eiffel y tú me dices que
quieres volar y yo que quiero ser feliz y volvemos a sentirnos importantes. Me
gustaría que alguien te pusiese unas flores mañana, que se acuerden de ti...
Decididamente ésta ciudad está muerta. No se ve a nadie. Y también tengo que
trabajar mañana, pero hay que vivir de vez en cuando, digo yo. Si hasta las
luces de sus malditas ventanas están apagadas, hay que joderse. Parece que hoy
va a helar. Papá y mamá ya se habrán metido a la cama. Y la cena fría. Habrá
que volverla a calentar. Tampoco es tan tarde... Mañana toca un día duro. Uno
más, con eso de que están echando gente nadie quiere dar mala imagen. Y ya
sabes, no es cuestión de andarse con chorradas. Con la buena pinta que tenía
ésta noche... Y encima me he quedado sin tabaco, mierda.
...Y
en el camino
fui buscando
las historias
que
soñé y no pude encontrar.
¿No te
acuerdas de mi nombre?
Soy al
que llaman el ingenuo.
Debajo
de la alfombra de los años
he
escondido mis fracasos
pintándolos de recuerdo.
No
puedes ni imaginarte
la
velocidad de la inercia...
FIN
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