lunes, 24 de marzo de 2014

9,8 m/s (al cuadrado) (XV)



- ¿Te has vuelto a cortar el pelo?
 - Sí, es más cómodo.
 - Además te queda mejor.
 - Gracias.
 - ¿Qué vas a hacer mañana?
 - ...
 - Podríamos ir al cine...
 - No sé, tengo bastante trabajo. Mañana quizá me tenga que quedar aquí a arreglar un poco todo esto. Ya ves, mis padres últimamente no están para muchos trotes.
 - ¿Y por qué no cogéis una asistenta?
 - Ya lo hemos hecho. La semana que viene empieza.

 Al otro extremo de la casa se oye el murmuro de la televisión. Aquí, en el estudio, conversan un hombre y una mujer. Es de no-che. Una mesa con un ordenador encima, apagado. Un pequeño arma-rio, una estantería, dos sillas. Y el sofá-cama.
 - Me ha vuelto a llamar Boni.
 - ¿Qué contaba?
 - Poca cosa. Que hay que volver a repetir otro fin de semana. Le he dicho que no hace falta, que se venga aquí y se pase unos días. Después de todo la otra vez fue en su casa.
 - Es un tío de puta madre.
 - Ya. Es mi amigo.

 Los dos se miran, se acarician y se besan. Él le vuelve a mirar. Son sus ojos, le gustan.
 - Entonces, ¿hasta cuándo?
 - No sé...
 La mano juega con la falda. Como sin querer, comienza a levantarla. Se sonríen. La mano sigue, subiendo, lentamente. Otra mano la detiene agarrándola suavemente. Se vuelven a mirar.
 - ¿Y si entran tus padres?
 - Sabes muy bien que nunca entran cuando estás tú. Conocen las reglas...
 - Todavía no me explico cómo pudiste volver con ellos después de irte a vivir por tu cuenta. Lo tuyo sí que es amor de hijo.
 - Son mis padres y me necesitan.
 - ...
 - Además, aquí estoy mejor. Con Nestor y Yukari estaba bien, pero ésta es la casa donde he crecido y para mí es algo importante. Tengo sitio de sobra y respetan mi intimidad. Ya sé que no es lo mismo, pero creo que hay más ventajas que inconvenientes. ¿Por qué me dices siempre lo mismo?.
 - Es que me extraña, eres el único que conozco que lo haya hecho; todo el mundo hace lo contrario.
 - Ya ves, ¿Todavía no te has dado cuenta que soy especial?.
 Se ríen. Se besan.
 - Me tengo que ir.
 - ¿Tan pronto?
 - Sí, quiero dormir, mañana tengo que madrugar, por lo del viaje, ya sabes.
 - Está bien. Te llevo a casa.
 - Seguro que lo haces solamente por querer impresionarme con tu coche nuevo.
 - Seguro.
 Se levantan. Fuera están las farolas, taciturnas. Salen de la habitación, abren la puerta del salón y allí están, la televisión y dos pequeños cuerpos sentados a tres metros y medio.
 - Adiós, nos vamos.
 - Adiós Tere.
 - Adiós Tere.
 - Adiós. Ahora vuelvo, voy a llevarla.
 El ascensor es pequeño y lento, como una caja de cerillas. Fuera hace frío, este año el invierno se hace durar. Cielo raso, las estrellas arriba.
 - Hoy quizá hiele.
 - ¿Tú crees?
 - No estoy muy seguro, pero si no lo hace poco faltará.
 - ¿Te acuerdas? Antes con el otro coche, cuando estaba frío había ocasiones que parecía que no iba a arrancar.
 - Sí, ya me acuerdo del viejo bólido. Fue un buen coche, tenía muchos recuerdos y se portó muy bien. Me dolió dejarlo.
 - ... cuando ibas al pantano y llevabas a Laika, que no le gustaba nada ir en coche...
 - La pobre Laika. Nunca pensé que podría echarle tanto de menos. Quería a ese bicho peludo. Pero bueno, tenía muchos años y a todos le toca su hora... Por cierto, ¿Por qué te vas mañana?
 - Papeleo. Ya te lo he dicho antes.
 - Perdona, no me acordaba.
 El semáforo permanece en rojo. A pesar de la hora apenas se ve a casi nadie por la calle. Las aceras permanecen mudas. Ciudad pequeña e ingenua que duermes antes de medianoche. Un alma en pena desaparece tan rápido como había aparecido, noctámbulo bastardo que vuelves a casa.
 - ... eso. Yo opino lo mismo que tú pero que le voy a hacer, yo no he hecho este mundo.
 - Ni yo. De todas formas podían haberlo hecho mejor. Ahora es más complicado cambiarlo, pero por ello hay que luchar.
 - Tú siempre pensando en cambiar el mundo, no tienes remedio.
 - Es que si algo está mal hay que intentarlo cambiar. Bueno, ya hemos llegado, ahí está tu portal.
 - Entonces... ¿Hasta cuándo?.
 - Supongo que hasta el Viernes. ¿Te parece bien?
 - Si no queda más remedio...
 Ella le acaricia el pelo y él la besa. Suavemente. Lentamente.
 - Mañana hace un año.
 _ ...
 - Un año muerta. Me gustaría haberle llevado un ramo de flores a la tumba, donde quiera que esté -una sonrisa forzada aparece en los labios.
 - no le des más vueltas. Alegra esa cara. No querrás que me vaya viéndote así. También era mi amiga, no como tú, pero... Piensa que ahora estará mejor que nosotros, seguro.
 - No lo sé, nunca he estado muerto.
 - Bueno, me tengo que ir... y alegra esa cara, que nosotros seguimos aquí.
 - Está bien. ¿No me das un beso de despedida?
 Ella se acerca y le da un beso. Adiós. Adiós. La puerta se cierra y él le ve marcharse entre los cristales. Ni una mirada atrás. Mira fuera, decididamente hoy helará, la última helada del invierno probablemente. Busca el paquete de tabaco. Lo encuentra y coge un cigarrillo. Lo enciende. El humo se dispersa y se expande. Sube el volumen de la radio. Dentro de ella alguien canta con voz ronca y melancólica. Arranca el coche y el motor grita en idioma extraño. Se mueve.
 Mañana hace un año, parece mentira cómo pasa el tiempo, parece que fue ayer cuando iba para París a tu entierro. Cuando volví me enteré, no sé quien me dijo que solo fueron tus padres. y yo, pero yo llegué tarde. Creo que no perdieron mucho tiempo contigo. El primer aniversario, no está mal, todo es empezar. Si hubiese recibido tu carta antes, si la hubieses mandado antes... La recibí cuatro días más tarde. Ahora importa una mierda, ya lo sé, pe-ro a mí no me da igual. Por lo menos supe la razón. Joder tía, no eras la primera persona que le pasaba y no por ello la gente se mata. A mí también me ha pasado y ya ves, aquí sigo. El mundo no se acaba, hay más gente en él. Mañana hace un año... El otro día soñé contigo. Estábamos los dos en un puente sobre el Sena mirando las estrellas y tú me decías cual era la tuya, las mismas estrellas que nunca... La tuya era la que más brillaba y me decías que muerta no se estaba tan mal. Menos mal que tengo a Tere, creo que estoy empezando a quererla de verdad, es una buena mujer. No sé cómo me costó tanto darme cuenta de lo que sentía por mí... A veces me acuerdo de ti y de mí, cuando los días eran grandes, y entonces sí que te echo de menos. Volvemos a estar arriba de la torre Eiffel y tú me dices que quieres volar y yo que quiero ser feliz y volvemos a sentirnos importantes. Me gustaría que alguien te pusiese unas flores mañana, que se acuerden de ti... Decididamente ésta ciudad está muerta. No se ve a nadie. Y también tengo que trabajar mañana, pero hay que vivir de vez en cuando, digo yo. Si hasta las luces de sus malditas ventanas están apagadas, hay que joderse. Parece que hoy va a helar. Papá y mamá ya se habrán metido a la cama. Y la cena fría. Habrá que volverla a calentar. Tampoco es tan tarde... Mañana toca un día duro. Uno más, con eso de que están echando gente nadie quiere dar mala imagen. Y ya sabes, no es cuestión de andarse con chorradas. Con la buena pinta que tenía ésta noche... Y encima me he quedado sin tabaco, mierda.

 ...Y en el camino
 fui buscando las historias
 que soñé y no pude encontrar.
 ¿No te acuerdas de mi nombre?
 Soy al que llaman el ingenuo.
 Debajo de la alfombra de los años
 he escondido mis fracasos
 pintándolos de recuerdo.
 No puedes ni imaginarte
 la velocidad de la inercia...

                                                FIN

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