El murmuro del
silencio ha sellado
Mis labios
besando las palabras.
El murmullo del
silencio ha venido
Desde lejos para
morar mi alma.
Yo, hoy como
ayer, intento esquivarlo,
Atraparlo y
desahuciarlo a la nada
Que no alcanzo a
comprender, la misma
Que me llena y
me vacía, que me llama
Con nombre de
apatía y de sonrisa
Hueca a la
puerta cada mañana.
El silencio me
ha amarrado a su yugo.
Observo pasar,
mudo a la nostalgia,
Un mundo de
sonidos polícromos
Que resuena en
la memoria apagada,
El mismo del que
vengo y al que extraño,
Del que no
encuentro la llave que abra
La abertura que
me ayude a respirar,
Que devuelva
oxígeno a mis entrañas
En sombras y
absortas, que ya no entienden
De espacios de
luz y risa callada.
Voy en busca de
ti, silencio, huyendo
De tu cuerpo,
del mío, de tu espada,
De tu silencio
solitario; solo
Raspando tu
tranquilidad vacua
Con los dedos,
con los dientes sangrantes,
Evitando tus
extremos sin patria
Y sin gloria,
solo blanco y negro,
(el verdadero
silencio no descansa
En más colores),
para que me lleve
Al lugar que
anhelo en la montaña
Donde encontrar
lo que me has robado,
Lo que me has
quitado, lo que me falta,
Para volver a lo
que es lo propio,
Lo que
permanece, lo que no se acaba.
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