miércoles, 8 de enero de 2014

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Te digo adiós
porque es lo único que me queda,
y te digo adiós
porque no quiero
verte partir.
Porque te vas,
porque te has marchado ya,
te digo adiós
antes de que todo suceda,
que después del amor
llega la poesía
y después de la poesía queda la pena.
Escribir para tener algo de ti
además del recuerdo que se evapora,
que se evaporará, que se está evaporando,
y para que tú no olvides
las palabras
de adiós
antes de que todo muera.
Te digo adiós
porque es mejor
decir adiós que decir te quiero,
decirte ¡quiero!
cuando el sentimiento que se tiene
se mantiene
a pesar de no querer que se mantenga.
O quizás sí.
Lo que da miedo
es perder la sensación
que al mirarte a los ojos
me daba la razón de seguir,
de continuar
un camino empezado
con la ilusión del primer amor
y que ahora sé
se perdió en medio de la niebla.
Te digo adiós
para no perderte,
para que no me pierdas.
Un pétalo menos
en la flor de la vida
y una espina más
en un campo lleno de rosas.
Mañana te levantarás
con el corazón solo,
y llorarás por mí las lágrimas
que nunca lloraste conmigo.
Harás balance de nuestras horas,
de nuestra travesía juntos,
dos mundos que eran uno
y que ahora son dos universos tangenciales,
que están cerca
pero no se tocan.
Mi pequeño sueño perdido,
hoy te digo adiós.
Adiós.
Hoy  te digo adiós sin querer,
queriéndote hoy
más que nunca,
con una sonrisa en la boca
y un alma desnuda
que se desboca loca
al pensar que ya solo es una.
Que solo es una.

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