lunes, 15 de diciembre de 2014

el diván de los búhos: el miedo

Hola queridos y amados escuchantes del diván de los buhos. Welcome to everybody. Bienvenue a notre radio. Soy Iñaki Marañón, y hoy en nuestra sección "la perrera", nos sorprendemos con las visicitudes vitales que nos toca vivir, y a veces ventear, en esta vulgar, pero valorable, vida para valientes.

Como le pasa a la V. Letra avasallada, vivaz y veraz. ¿Porque la gente la ve como la B baja? ¿Con B alta o baja? ¡Cómo se escribe igual...! ¡Lee, como la marca de vaqueros! ¡Como el chino de las patadas! ¡No vistas de estatura tu voluble volumen de limitada verbalización! Vamos a ver que vemos en la TV, que después, los niños se vuelven vagos y su ortografía va a la UVI.

A mí esto me provoca como un vahído, me invade un desvanecimiento en la voz. No obstante, como rara avis, vis a vis, la V sale victoriosa, vencedora, porque no olvidemos, puede hacer vendetta, y ahí se nos va la bravuconada y nos venimos abajo, con B. Y es que no es casualidad que hasta tiene su signo digital propio."we are the champions" vociferamos a voz en grito cuando ganamos, vislumbrando con dos deditos una colina invertida.

Letra cuyo sonido en otros idiomas suena diversa, c'est vrai, Valery, c'est vrai, pero que su tono cambiante en español ya suena pedante. Y es que hay que tener varios ovarios, y mucho valor, para decir todavía volar (como con f)

Hablando de volar (como con f), dejemos volar la imaginación. Como seres humanos nos encanta. Deseos, ilusiones, hipótesis, creatividad... Es... maravilloso. Y no me digais ni dónde, ni cómo ni con quién. No os quiero robar ese pensamiento íntimo.

El problema es que a veces la imaginación nos conduce al miedo. ¡Miedito, miedito! ¿Quién no ha sentido miedo alguna vez? Hasta Juan sin miedo tuvo miedo, aunque fuese de unos peces de colores.

Todos los animales tienen miedo, y nosotros, incautos seres humanos, como los más animales que somos, lógicamente tenemos miedo. Muchas veces infundado. Por lo que pueda pasar y no pasa, por lo nuevo, por lo viejo, incluso por aburrimiento.

Además del miedo universal, cada uno tiene su miedo particular. Tú. Sí, tú ¿De qué tienes miedo? Yo por, ejemplo, no tengo miedo. No tengo miedo. ¡NO tengo miedo! Dicen que una mentira mil veces repetida acaba siendo una verdad.

Eso sí, nos mola el miedo enlatado. Sentirlo, pero para un ratico. Controlado. El grito, el exorcita, el aro, Rec. Películas que durante dos horas nos hacen estar más tensos que un gremlin en la expo del agua. A mí, lo que me da miedo, es el ministro de Hacienda.

Zombies, momias, vampiros... Seres medio vivos, medio muertos. Una vez le pregunté a mi abuelo si en la guerra civil no tenía miedo de los muertos. Me dijo que no. ¡Que valiente! Pensé. Me dijo que tenía miedo de los vivos, que eran los que podían disparar.

Amado oído que me escuchas, nunca tengas miedo. Repito: Nunca tengas miedo. No merece la pena, no te hará más féliz. Sé prudente, sí, miedoso no. Porque al final, da igual, dentro de cien años, todas nuestras cabezas calvas, y criando malvas.

Enviadnos vuestras perrerías y vuestros ladridos al programa para que podamos compartir alucinaciones, subterfugios, melicocentos varios, lo que creaís más oportuno. Pero nunca excusas. Por favor, excusas no. Junto con las falsas esperanzas y las piruletas de chorizo, las excusas es lo que más odio en el mundo.

Allí donde esteís, sí, a tí, y a tí y a tí también. Allí donde esteís, mi corazón está con vosotros. Porque en la perrera nos gustan todos. y nos gustan tanto, que nos gustan hasta los jovos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario