lunes, 3 de noviembre de 2014

poesía nº 287

Se para el alma.
Se estanca el agua.
Se abstrae la mente
perdida en un paraíso silente.
Rojo mi amor descarnado
espera paciente la voz
de un trueno destronado,
y quieto, te ama loco
encerrado en su jaula sin barrotes.
El gigante dentro de un caja de cerillas,
la mirada, ausente,
la paciencia escondida detrás de la esquina
de un pasillo de ladrillo y laureles.
Te miro absorto.
Te contemplo diferente.
Te completo en mi imagen
con retazos de la idea que me sostiene,
Y cuando tambalea un poco
quiebro el paso
del pie que puede hacer caerme.
Te quiero,
extranjera en mi país,
dueña de mis acciones,
rubia tonta de mis emociones.
El muñeco de paja cobra vida.
Me roba el corazón
a fuerza de pico y pala.
Pasa el tiempo.
La espina de la rosa ya me atrapa.
Dulce dolor del que ansía
el día del retorno a la estación del tren
que lleva a todas las llegadas.

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