viernes, 21 de noviembre de 2014

el diván de los búhos: El cotilleo

Hola queridos y amados escuchantes del diván de los buhos. Welcome to everybody. Bienvenue a notre radio. Soy Iñaki Marañón, y hoy en nuestra sección "la perrera" buscamos hacer eco "ecoooo" de algo que me impele a abrir la boca y que me impide tenerla cerrada. ¿Una crítica social? ¿una queja política? ¿Tal vez sea el dentista?

Pues no. Estoy hablando de la P. De ese sonido, que como una vida humana en medio de la eternidad, solo dura un instante, para posteriormente desaparecer rápida pero perceptiblemente poética.

La P de papá, y del Papa, de Pepe y del PP, del PC, ¡Personal Computer, obviamente!, del PH, que no es lo mismo que HP ¿Hewwett Packad o hijo de puta? nunca lo he tenido claro..., del TPV, del PVP, del PDF y del IPC. De la palabra que más odio, ese "pero..." que a todo le da la vuelta, y de la que más amo, que tan corta es como su nombre. Paz.

Me gusta la P porque es muy sociable. Se junta con la L cuando platico, con la R cuando tengo un problema, incluso con la S cuando mando callar porque me gusta oír cómo se desincha la rueda pinchada. Será algo psicológico...

Curiosamente, su pitido es un número infinito. Será porque siempre se mueve en círculos y esferas que no puedo comprender.

Hablando de incomprensión, queridos escuchantes, hay una cosa que me horada la creencia en la capacidad emocional humana. Y es algo que cuando lo pienso, me recuerda a mi amado y esforzado padre que durante cuarenta años ¡40! se dedicó, entre otras faenas de su granja de cerdos, a esparcir por aspersión, mierda. Claro, él lo hacía para abonar los campos.

Sin embargo, ahora estoy hablando del cotilleo, que también es espacir mierda por aspersión, pero (palabra odiosa) sin ningún fin superior. Definición de cotilleo: "Contar chismes o cuentos, fisgar o curiosear en asuntos ajenos". Y añado, generalmente de forma subrepticia o negativa.Yo, lo admito, lo he hecho. No seré tan hipócrita de negarlo.

No obstante, no estoy aquí para criticarme a mí mismo, sino para criticaros a vosotros. Mejor dicho, al conjunto de la sociedad en general, que suena mejor, donde todos tenemos cabida y nadie asume su parte de responsabilidad.

El cotilleo. ¿por qué? ¿Por qué fisgamos en asuntos ajenos? ¿Por diversión...? ¿Tan aburridas son nuestras propias vidas cómo para necesitar las de los demás de esa forma? ¿Lo hacemos por mala leche, hablando técnicamente, para joder al personal? ¿O ni siquiera somos conscientes del daño que podemos y muchas veces hacemos cotilleando?

Si no te gusta que chismorreen sobre tu vida, y seguramente no te guste, no fomentes ese tipo de conversaciones ni actitudes. Y por supuesto, revistas y programas televisivos que atentan contra la cultura, el progreso y el crecimiento personal. Preferible es fomentar el amor, el sexo, o el regalarme ¡a mí! billetes de 500 euros.

Estimados vosotros, fomentad la inteligencia bien utilizada. Repito: fomentad la inteligencia bien utilizada. No somos listos para hacer el capullo. Se supone, y espero que no sea demasiado suponer, que a través de la felicidad individual debemos configurar una felicidad colectiva. Debemos sumar, no contraponer, opiniones. Y si lo que vas a decir no es más bello que el silencio, ¡cállate!. O friete la lengua a la parrilla.

Enviadnos vuestras perrerías y vuestros ladridos al programa para que podamos compartir desviaciones psicosomáticas, pamplinadas, esperpentos del Peloponeso. Lo que creaís más oportuno. Pero nunca ínfulas. Por favor, ínfulas no. Junto con los "Te quiero como amigo" de las tías buenas y el sexo obligado, las ínfulas es lo que más odio en el mundo.

Allí donde estéis, sí, a tí, y a tí y a tí también. Allí donde estéis, mi corazón está con vosotros. Porque en la perrera nos gustan todos. Y nos gustan tanto, que nos gustan hasta los orcos.

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