domingo, 22 de marzo de 2015

el diván de los búhos: la pureza

Hola queridos y amados escuchantes del diván de los búhos. Welcome to everybody, bienvenue a notre radio. Soy Iñaki Marañón, y hoy en nuestra sección "la perrera" nos circunscribiremos a las consecuencias de las chacarrachacas de una letra concreta y sus cacareos, cuya concupiscencia nos conculca cómo nos comportarnos cuando acicalamos una conciencia mal cicatrizada. ¡Allá vamos!

Comencemos concretizando que la letra en cuestión es la C. ¿Acaso no es necesario acometer con concentración su cometido en el diccionario castellano? ¿Cómo conocer qué sonido acarrea en cada caso concreto? Letra más que polivalente o poliédrica, es polipolar, porque cambia a cada caso como un político chaquetero. ¿Que comulgas con la a, la o o la u? ¡Caaa! ¡Caaa...caaa! ¿Qué copulas con la e o la i? iCeee! ¡Ya lo Ceee! Y claro, con tanto ceceo acabo como los clavos de Cristo crucificado.

La C esconde en sus recovecos considerables acontecimientos contradictorios. Su descendencia, por ejemplo. Tiene una hija suya desde hace más de 1700 años, letra también, que desde que Carvilio, ex-esclavo de un consul, le puso rabo, no le llaman Rabocop, como a Nacho Vidal, sino G. Y también tiene una prima, la C cedilla, que a los del Barcelona gusta mucho.

A los de Zaragoza también les gusta la C... ¡y no por el cierzo ciertamente!¡Todo el día con ella, co! El inconveniente es que después encontramos incómodas confusiones desaconsejables. Si el maño pide acción, su interlocutor es capaz de coacción, y si el constructor de barcos pide una quilla, le dan el casco, pero para / por sus cojones.

Junta, pero no revuelta, se arrejunta con su clón idéntico, pareciendo sin serlo una letra doble. Con la R recuerda a un futbolista famoso ¡Siiii! o a la República China. Y si se entronca con su hija, más que un familiar borbónico, aparece la matrícula de Las Palmas.

Currucucucu paloma... cantaba la canción. La paloma triste de la canción. Mi palomica blanca de la paz. Paz inmaculada.. Pura paz.

Y retornamos aquí a las chacarrachacas comentadas inicialmente,. Porque las chacarrachacas distorsionan la pureza acústica de un espacio caotico. La pureza, un concepto claro en su definición, pero complicado en su ejecución. como un delincuente convicto que no quiere cascar en la horca. Como echar un polvo con la más atractiva de la discoteca.

Mis caros escuchantes ¿Existe la pureza? ¿O la hemos perdido por el camino, como la cocaína colombiana, caminando un ratito a pie y otro en el coche de San Fernando? Por cierto, ¿Creéis que somos puros todavía? ¿O ya no llegamos ni a cigarrillo?

En una sociedad donde lo real ha sido cambiado por lo sucedáneo, ¿Qué lugar queda para lo puro? ¿Asociamos lo puro con lo bueno, como el francés Rousseau? ¿Acaso con la naturaleza? ¿Quizá con lo espíritual, frente a lo material? Y el dinero, ese poderoso caballero ¿pervierte la pureza implacablemente; ayuda a encontrarla; o solo es un medio cautivo de nuestra condición humana?

Yo, personalmente, aspiro a la eternidad de mi conciencia a través de la pureza de mi actividad cotidiana. El grano granito que no hace granero, pero ayuda al compañero. Ciertamente, conquistar la cumbre se me antoja casi utópico: Pero por lo menos se puede intentar. Repito: por lo menos, se puede intentar. Después, va veremos como acaba el cuento, si cenicienta se casa con el príncipe, o termina de puta en un burdel.

Enviadnos vuestras perrerías y vuestros ladridos a perrerasladradas@gmail.com, para que podamos compartir cosicas, hocicos, tu casa. Lo que creáis más oportuno. Pero nunca resabios. Por favor, resabios, no. Junto con la imposición del pensamiento único, y un gatillazo en el peor momento, los resabios es lo que más odio en el mundo.

Allí donde estéis. Sí, a ti, y a ti, y a ti también. Allí donde estéis, mi corazón está con vosotros. Porque en la perrera nos gustan todos. Y nos gustan tanto, que nos gustan hasta los cocos.

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