martes, 23 de septiembre de 2014

poesía nº 287

Se para el alma. Se estanca el agua. Se abstrae la mente perdida en un paraíso silente. Rojo mi amor descarnado espera paciente la voz de un trueno destronado, y quieto, te ama loco encerrado en su jaula sin barrotes. El gigante dentro de un caja de cerillas, la mirada, ausente, la paciencia escondida detrás de la esquina de un pasillo de ladrillo y laureles. Te miro absorto. Te contemplo diferente. Te completo en mi imagen con retazos de la idea que me sostiene, Y cuando tambalea un poco quiebro el paso del pie que puede hacer caerme. Te quiero, extranjera en mi país, dueña de mis acciones, rubia tonta de mis emociones. El muñeco de paja cobra vida. Me roba el corazón a fuerza de pico y pala. Pasa el tiempo. La espina de la rosa ya me atrapa. Dulce dolor del que ansía el día del retorno a la estación del tren que lleva a todas las llegadas.

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