martes, 24 de febrero de 2015

la urraca en la nieve (extracto) F. Javier Plaza

Cuando ya los tres nos acercábamos a la puerta caí de nuevo en la cuenta de que no visitaría aquel estudio durante meses y caí de nuevo en la cuenta de que durante meses no sería el artista privilegiado que podía sostener un Degas en mis brazos y acercarlo a la ventana a mi voluntad, para apreciarlo a la luz del sol, depositarlo con cuidado en su reposo y sustituirlo al momento por un Caibellote, y este por un Grenier, y luego por un Gaughin, y colocar uno junto al otro para apreciar las diferencias en soledad, solo para mí, y sentí nostalgia. Añoré el lugar sin haberlo abandonado, aún no nos hemos separado y ya te extraño, decía el poeta, y salí del estudio taciturno y apagado. La llave cerró, con doble vuelta, resguardando así el caballo en irreal postura, el bodegón más delicado del París más miserable y mi retrato con Eloise, presente pero distante. Aún debería despedirme de ella, tal vez por carta si no encontraba el momento o el ánimo para hacerlo en persona. Observé la desgastada puerta que se había cerrado y sin desearlo dejé huir un furtivo suspiro a modo de sentida despedida. Yves apoyó su mano en mi hombro, sintiendo tal vez mis sentimientos.

- Como te pongas llorón y me amargues la noche te mando a casa..

Y comenzamos a pisar los viejos escalones, los tres juntos aunque con diferente destino. a nosotros nos atraían las brillantes luces de Montmartre, a Víctor le reclamaba la cálida luz de su hogar. Y en aquel instante de melancolía creo que le envidié.


Extraído de la novela "La urraca en la nieve" de F. Javier Plaza

http://www.casadellibro.com/libro-la-urraca-en-la-nieve/9788494278457/2433470

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