jueves, 2 de octubre de 2014

poesía nº 86

Donde todo murió se acabó lo hermoso y bello, y ahora el pensar es mi amargura y acoso. Ayer, mirando el mar, comprendí por qué te fuiste, y llorando en la playa caí destrozado y triste. Allí me quede, caído como una estatua de piedra, y el agua me envolvió por completo como una hiedra. Arena, agua, aire, atmósfera, alma, ánima y amor, todo me cubrió cual mar que se extingue en el dolor. El sol que ayer no salió detrás de su amanecer, al ver que donde la muerte aflora está el perecer. Ahora solo siento pena de mi mismo, que mi alma está silenciosa y lúgubre y ya no lo siento en calma, que todo lo que yo tuve, quise y amé lo perdí, y ahora pretendo encontrarlo y devolvértelo a ti.

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