sábado, 14 de mayo de 2016

poesía nº 275

Retorno a un viaje sin huella.
Buscando el blanco de una pureza inmaculada
Vacila el paso contingente
A imagen torpe de la forma deseada.
Pisar la línea mientras caminas,
cortar la flor para besarla,
ver cómo el aroma se pierde
con la intención del que no sabe
donde posarla.
Hoy me miro las manos
y pienso en las arrugas que fui haciéndome,
en los cortes que me di,
en las horas que quemé esperando
todo aquello que no tuve nunca,
que quise siempre,
que callé por miedo a no despertar la duda
del corazón que siente más de lo que piensa.
Las mismas manos que me vieron
reír y llorar,
modelar ídolos de arcilla
a dioses tan pequeños como yo,
sujetar la balanza de una justicia dudosa,
las mismas que abrazaron hasta apurar el alma.
El día se acaba,
mañana vendrá otro;
el tiempo recorta la estancia.
La brisa me acaricia el pelo
Y todo el verde que hay a mi alrededor
me atrapa.
Y volveré al mismo viaje otra vez,
al retorno sin huella otra vez,
a observar mis manos aún más viejas
en busca de otra nueva actividad,
a esculpir palabras en tu cuerpo
mientras bailas en mi pupila,
a querer la vida como tú aún me quieres.
No es cuestión de mala intención
Mirar el cielo esperando nubes.
Es cuestión de mala memoria.

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