miércoles, 5 de marzo de 2014

9,8 m/s (al cuadrado) (V)



- ¡Jódete cabrón!
 - ¡Jódete tú, hijo de puta!
 - ¿Pero tú de qué hostias vas?
 - ¡De lo que sale de los cojones!
 - ¡Cállate que te parto la cara!
 - ¿Yo qué culpa tengo de que tu jamba sea una cerda?.        
 - ¡Te voy a joder, cabrón!
 - ¡Vete a tomar por culo!
 - ¿Qué has dicho?
 - ¡Que te vayas a tomar por culo!
 - ¿A qué no lo repites?
 - ¡Que te vayas a tomar por culo!
 - ¿A que no lo vuelves a repetir?
 - ¡Que te vayas a tomar por culo!
 - ¿A que ahora si que no lo vuelves a repetir?
 - ¡QUE TE VAYAS A TOMAR POR CULO!
 - ¡Te voy a matar!
 - ¡Tócame los huevos, tío!.

 Recuerdo el caso aquel del apuñalamiento del tío en el váter de  un bar; aquel donde el tío tenía la cabeza dentro del retrete con tres puñaladas en el pecho. Por lo visto más tarde pillaron al asesino y dijo que fue por un asunto de cuernos. Total, que él se fue a la cárcel unos años y un día, y la novia al poco tiempo se lío con el tipo de las máquinas tragaperras.
 El de las tragaperras será el obrero psicópata. Creo que será un buen argumento. Éste será el definitivo. Digo yo que ya es hora, sólo es necesario encontrar al editor con la suficiente sensibilidad como para que pueda comprender mi estilo. Estoy seguro que te hubiese gustado...

 ...jamás te perdonaré lo que has hecho. ¿Por qué? ¡Joder!. Cuanto más lo pienso menos lo entiendo. Haberme llamado, dicho algo, pero no, tu puto orgullo no te lo permitía. Era yo, tu amigo, no otro. Sabes que yo hubiese ido, lo primero, antes que cualquier otra cosa, y eso que la última vez que te vi no pensé que fuese tanto, tampoco tenías tan mala cara. Me dijiste que lo habías dejado... ya veo que no era cierto, y si lo era poco te duró...

 ...y siempre decía que cagando se sentía más cerca de sí mismo, aunque claro está que no era lo mismo cagar en un retrete que en otro. Supongo que en Madrid encontró su retrete gemelo, aquel que sería su confesionario. A veces le escribo, aunque ya nada es igual. Ahora está currando en un biblioteca... Cuando se fue aquel día me dijo que cuando tirase de la cadena me acordase de él, y lo más curioso es que de vez en cuando lo hago. De él aprendí que la mierda es una parte importante de nuestra vida y el retrete el sitio más íntimo. Después de todo, a casi nadie le gusta que le vean cagar... y mucho menos a ti, que a mí me daba igual, no hubiese cambiado el concepto que tenía de ti por verte sentada en la taza, que una vez te vi, lo recuerdo muy bien, y tenías una cara muy graciosa, como de meditación.

 - A veces, cuando me despido de un amigo, le miro fijamente      antes de que se vaya...
 - cincuenta y seis... cincuenta y siete... cincuenta y ocho...    cincuenta y nueve... Sesenta.
 - ...y entonces se va y pienso que se suicida y pienso en qué coño he fallado y no encuentro la razón... como si no hubiese    estado atento y no hubiese sido capaz de verla... Siempre veo    a todos muertos, después de las despedidas...
 - ...tenta y nueve... ochenta... ochenta y uno... ochenta y dos... ochenta y tres... ochenta y...
 - y los imagino debajo de un camión, con la cabeza    aplastada y yo les estoy mirando, llorando, sin saber qué pensar... Después imagino el entierro, en el que yo estoy de    blanco y los demás de negro...
  - ...noventa y ocho... noventa y nueve... Cien.
  - Sé que no...
  - ...totres...
  - ...ce muy lógico, pero me pasa siempre. No creo que sea nada serio, pero me fastidia pensarlo. ¿Me estás escuchando?.
  - Sí sí, ...torce... te escucho... ...todieciséis...
  - A veces cuando me despido de ti pienso que es la última vez que te veo y... te imagino con... blanca, mucho más blanca todavía, y dentro de un ataúd negro. Estás en una habitación vacía, sólo tu ataúd... Y yo.
 - ...ta y dos... ciento treinta y tres... ciento treinta y cuatro...
 - Y me doy cuenta de lo solo que estoy, como si ya no me quedara nadie, sólo yo, y miro a todos los lados y no veo más que tu ataúd en esa habitación vacía, el ataúd negro, tu cara totalmente blanca y pálida y yo... ¿Por qué no dejas ya de contar    escalones?
 - ...y nueve... ciento sesenta... ciento sesenta y uno... ciento sesenta y dos...
 - Joder...
 - ...to sesenta y tres...

 Y te perdiste. Eran demasiados para acertar. Al final tampoco creo que me estuvieses escuchando. No dejabas de contar los escalones... Parecías uno de esos robots locos de la tele... ¿Verdad que había unas vistas preciosas desde allí arriba?... Bueno, tú dijiste fue que tirarse desde allí tenía que ser... "volar"... Recuerdo que el cielo era casi gris, no como esos días de verano que venían en todos los folletos de propaganda, totalmente azules, sin una sola nube... Desde allí arriba se veía todo pequeño, como desde el mundo de las canciones, ¿verdad? Siempre decías que te gustaría vivir dentro de una canción, esconderte y no volver nunca más. Te escondías en él y aparecías de repente, y ni tú misma sabías dónde habías estado...

 ...días de verano, y sobre todo las noches, eran los que más te gustaban. Mirabas las estrellas y decías que tu preferida era la estrella polar, que yo nunca tuve una preferida, pero me gustaban todas. Algunas te las pasabas pintando, por lo visto te inspiraba. Las caras eran verdes y los cielos rojos... No sé quién, pero hace tiempo alguien me dijo que las estrellas eran las almas de los muertos... Quizá por eso Patricia nunca las miraba...

 Hace casi un par de meses, como pasa el tiempo. Igual que las juergas de la universidad, o  las del instituto, o las de después. Recuerdo que lloraste, yo casi. Sin un beso. Siempre las despedidas sin besos. Nunca los hubo. Ya no los habrá. Al final solo la mirada... como cuando te dejó el tío aquel, Borja, que me hubiese encantado besarte. Siempre que veo una chica bonita llorar quiero besarla. Tú merecías algo más que ese...

 ...jóvenes, y es cierto, nos queda toda la vida por delante, aunque a unos más que a otros. Dentro de este coche parece que se ha detenido el tiempo. Somos jóvenes y podemos hacer lo que queramos. Tú ya no... y eso que esa era precisamente tu frase, la decías siempre... es fácil decirlo cuando las cosas te salen bien. Y sin embargo sigo siendo joven, tengo toda la vida por delante, solo es cuestión de aprovecharla. Un día de estos dejo la oficina y me marcho a recorrer mundo; no sé cómo, pero lo haré, solo es cuestión de proponérselo. Si tú lo hiciste...

  Beber whisky. Y más whisky. Al final sólo era whisky. Pero al principio era la hostia, hasta parecíamos duros. Siempre mano a mano, en las cenas éramos los putos amos, sobre todo yo, que tenía más aguante. Yolanda nunca se atrevía, tendría miedo, no fuese que sus labios de fresa se manchasen. Ella, tan pura, tan casta, que parecía un ángel cuando dormía, pero que aquel día en León follamos como locos, y no lo hacía nada mal...eso sí, como tú no, desde luego, que lo tuyo era arte... quizás la vea en el tiempo entierro. ¡Hace tanto que no sé de ella! Por lo menos desde que se fue de la ciudad. Quedamos en escribirnos, pero perdí su dirección, y ya sabes cómo son estas cosas, primero que ya se la pillaré a alguien y después que tienes otras cosas en la cabeza, que si el piso, el curro, los colegas, ya sabes.
 Aquellas cenas eran de puta madre, me encantaban, claro está que tampoco teníamos las preocupaciones de ahora, aunque teníamos otras. Litros de cerveza y de whisky. Como siempre al final siempre era lo mismo. Noches alegres mañanas triste.

 El otro día empecé a leerme un libro. Tenía buena pinta, te lo juro, la portada y todo eso, ya sabes. En la página tres empezó a describir una mesa. Debía ser una mesa increíble, porque se pasó página y media describiéndola. Después dejé el libro. ¿Cómo puede haber un tío que se pase una hora describiendo una mesa? Es algo que no me lo explico. Me recordó a la leche desnatada, habrá gente que le guste, pero a mí me parece totalmente diluida, y ese libro era igual. Era un libro desnatado. Mi obrero psicópata será distinto, ya verás, tendrá fuerza, sin concesiones. A la gente le gustará, seguro.

 El cielo se ha despejado. Las estrellas brillan allá a lo lejos. La carretera en una eterna autopista hacia delante. Dentro Angie canta y se pregunta algo sin repuesta. La voz de Mike sigue derrapando en las curvas.

 Fue en el Globas, ¿Dónde sino? Como siempre vacío, o si no casi. Dije algo y te besé, por eso siempre que escucho esta canción me acuerdo de ti. Es cierto que te besaba pocas veces, pero cuando lo hacía lo sentía de verdad. Tuvo que ser poco antes del segundo viaje. Para mí un beso es importante, te puedes tirar a alguien, pero un beso es más profundo, expresa sentimiento...
 Deberías haber visto la ciudad, la están dejando preciosa. Desde hace un par de años, más o menos, poco después de que tú te fueses, la empezaron a remodelar, tiraron las casas viejas y pusieron parques. La gente parece que está contenta con el nuevo alcalde, la putada es que han subido los impuestos, y la verdad, el bolsillo no está para bollos, que bastante hago con llegar a final de mes. Me prometieron un aumento, pero todavía no he visto un duro. El trabajo se lleva, con el tiempo uno le coge la medida. Es fácil, simplemente cumplir el plan previsto. Además, una vez dentro la rutina hace el resto; no tengo por qué dar más de lo que me piden. No como tú, que ya me gustaría vivir de los cuadros, de lo que quiero...

 No puedo pensar que estés muerta, hasta te hablo, resulta gracioso... ¡Joder! Te lo dije y no me hiciste caso. Eres la hostia. Nunca, nunca te debería haber dado a probar, aunque claro, si no hubiese sido yo seguro que hubiese sido cualquier otro... si lo llego a saber, te juro que no te hubiese dado, que yo ya ves, aquí, conduciendo, pero tú, ahí, blanca y bajo tierra. ¡Joder, mierda puta! Me jode que me hagas esto, precisamente a mí, sabiendo como sabías lo poco que me gustan los cementerios, que bastante tuve con la última vez que fui a uno... Todo negro. Ahí abajo tiene que hacer frío. Te mueres y te jodes; el cielo para los idiotas, o por lo menos esa era tu opinión. Me da igual,  si total me quedo sin tí. Negro y frío, tiene que ser como el fondo del mar, que por cierto, todavía me acuerdo cuando lo vi la última vez... el mar es muy grande... estaba yo solo, ahí, en las rocas, mirando cómo salía el sol. El sol salió y era rojo, parecía que se iba a caer, pesaba. No creas que es como cuando esta allá arriba, no, está justo encima del mar y parece que de repente se va a hundir en él. Lo miras y no te duele, luego va subiendo y cambia. El mar brilla, es como en las películas, y tiene distintos colores, y más que colores luz, solo luz. Uno se siente muy pequeño frente a todo aquello. Muy pequeño. Luego me fui.

 ¿Sabes? Un día de estos me voy a teñir el pelo de rojo. Igual hasta me queda bien. No creo que me digan nada en la oficina, el pelo es mío y lo llevo como me da la gana. Además, que hostias, voy a trabajar lo mismo. Hace tiempo que lo tengo pensado y un día de estos lo hago. A tí no te quedó nada mal cuando te lo teñiste, aunque claro, tu llevabas el pelo largo y yo lo llevo corto.

 ...siempre me han parecido tierra del enemigo, los intento pasar sin que me den demasiadas balas. Ahora todavía me gustan menos, creo que realmente las odio. En el fondo creo que los he odiado siempre. A ti tampoco te gustaban mucho. La verdad es que no conozco a nadie que le guste; yo incluso prefiero un lunes a la mañana que un Domingo a la tarde, y te puedo asegurar que eso es mucho decir... solo entonces me gustaban y por eso las odio más ahora, porque no están cerca. Aquellas veces siempre había algunos labios que besar.

 ... odio conducir de noche, siempre lo he odiado... y mira que hemos hecho el loco con el coche. Mil veces nos habremos jugado la vida, pero que risas nos echábamos. La música alta, el coche rápido, más que correr volaba, y nosotros dentro, riéndonos medio orejas, que uno lo piensa después y se da cuenta, pero en el momento solo piensas en vivir un poco más intensamente. De todas formas creo que alguna vez tuvimos suerte, porque todavía sigo vivo. Este viejo trasto nos ha dado muchas alegrías, que con eso que fuí el primero que tuve coche siempre me tocaba de chofer, aunque claro, no siempre era yo el que lo traía. Las razones...

 ...ser. Al fin y al cabo puede que tuvieses razón, no hacíamos mala pareja y en el fondo Silvia me quería, yo creo que me quería, y es posible que todavía me quiera. Te juro que yo me lo propuse, no era mi intención, pero hubo un momento en que los fantasmas traspasaron las paredes y se escaparon. La misma mesa donde todo nació fue al final la que la vio llorar. Yo no quería, tú lo sabías bien, pero ella supo lo de los fantasmas y echó a correr. Si alguien tiene la culpa tengo que ser yo, no debería haberles puesto nombre de mujer. Me dijo que cuando madurase que la llamase y ya hablaríamos. En los malos tiempos solo tu compañía y la de los fantasmas y luego solo la de los fantasmas. yo solo me refugiaba en el círculo azul de mis manos, el del trozo de cielo de mi infancia. Ahí fuera está muy oscuro y aquí dentro también, uno a veces se siente un poco solo, como en las rocas frente al mar... aunque veo que no soy el único, supongo, sino no iría ahora a París.

poesía 286



Mi mundo es una caja de cristal
donde brilla el sol.
Otros sueñan con la luz.
Yo me guío por el corazón.
Las ruinas son ilusiones vencidas.
El pianista pule su canción.
Mi amarga espera ha encontrado su recompensa;
mi esperanza ya ha crecido
a fuerza de paciencia
y la semilla se ha convertido en flor.
Flor hermosa.
Flor preciosa.
Ayer luchaba por seguir creyendo
en la fe en el mañana
y hoy me acuerdo de la duda
abandonada en el fondo de un rincón.
Me ha costado esfuerzo,
es cierto,
pero nadie dijo que la cosa fuera fácil.
Andar entre la niebla
requiere ciencia, cuidado.
Luchar contra lo políticamente correcto,
lo establecido,
la fuerza del que tiene la razón.
Mi utopía es mi consigna
y mi camino,
mi destino inacabado.
Así pues, voy marchando hacia delante
con el caminar del caminante amante
que lucha por su amor.
¿Qué por qué?
Porque entiendo que el problema no es el tiempo.
Sé que en su transcurso está la solución.

martes, 4 de marzo de 2014

poesía 96



Podrán volver lágrimas de mi infierno
soledad, sin duda, ellos volverán
hechos hielo, de roja llama e incienso,
de amor extinguido, de oscuro cristal.
Podrán volver a llover otra vez
por mis ojos, por mi cara, mi rostro,
mi piel labrada por mil ríos secos,
arrastrando sueños muertos, rotos.
Todo acabará en el fin, en la nada,
en un callejón sin salida, en puerta
jamás cruzada, en risa sin pétalos;
moriré sin pasar mi primavera.

9,8 m/s (al cuadrado) (IV)



Echo de menos todas las sonrisas. Sonrisas preciosas. Sonrisas que me dieron. Soñar era fácil con todas esas sonrisas como almohadas. A veces cambian el disco, no siempre es la cara B...
  ... horas detrás de la ventana. Pegaba la nariz en el cristal y miraba fuera. Me recordaba mucho al cine, solo que era la misma película siempre. Era extraño. Todos fuera y yo en mi butaca, más fuera que ellos todavía. Yolanda siempre lo decía y nunca le hice mucho caso. En eso acertaba más que tú. Las sonrisas de Yolanda eran como helados de fresa que no se derretían, lástima que nunca me dejase probar uno de ellos... A veces se pasaba con la gente, pero a mí me daba sus sonrisas de fresa... Me pasé más horas detrás de la ventana que mirando los libros, normal que me costase tanto tiempo. Pero aprendí a saber la velocidad de las nubes y la habitación de las estrellas. Era como estar colgado en medio del aire, siempre mirando hacia arriba o hacia abajo, porque en medio solo había paredes...

 ... y no te he contado mi último proyecto literario, y de verdad me jode que no lo puedas leer, porque  creo que éste será el bue-no. Se va a llamar El Obrero Psicópata y empezará así, "un día Paquito se levantó pensando que sería más entretenido pasar el tiempo matando a sus compañeros que aguantarlos otros veinte años apretando el mismo tornillo con la llave inglesa". ¿A que es bue-no? Yo creo que sí. De todas formas, todavía hay que trabajar mucho sobre ello... Tú dejaste de escribir hace ya mucho. Recuerdo que escribías poesías. Algunas me gustaban, otras no tanto. Un día me dijiste que no querías escribir nada más y me parece que no lo volviste a hacer, o por lo menos nunca volví a leer nada tuyo.

 ... y parecía un ángel, dormida con su jersey marrón, sin nada más encima. Era por la cara de paz que tenía cuando dormía, como si en lo que soñaba pudiese vivir siempre. Ella estaba en su cama y nosotros en la otra, pegada al lado de la suya. Aquella habitación me trae buenos recuerdos. Tú siempre me preguntabas si Yolanda me gustaba. Yo solo decía que tenía una hermosa sonrisa...
 Como un helado de fresa. No me acuerdo muy bien pero creo que no te respondí a la pregunta. Nunca. O quizás sí. Da igual, fue hace mucho tiempo. Quizás la vea en el entierro, ¡Ojala!, hace tanto que no sé de ella, por lo menos desde que se fue de la ciudad...

 El otro día vi las fotos del cementerio y me acordé de Ekaitz subido en el escenario. Era muy bueno, realmente bueno. Después no siguió, lo dejó de repente. Y yo que pensaba que llegaría a algo... No sé quien me dijo que andaba por ahí, ya sabes, buscan-do cualquier cosa. Es curiosa la cara A, pensamos hasta que debiera ser como la cara B, y a veces hasta lo es. Ekaitz seguro que no opina lo mismo...

 Hasta creí que los fantasmas no volverían a escaparse de la caja. Pero se escaparon y Silvia lo supo. Te juro que lo intenté, pero no soy un héroe. Dijo que cuando madurase que ya volvería a quedar para hablar. ¡Llamarme a mí inmaduro, será puta!. Niña tonta de papá, todavía no sé cómo pudo surgir lo nuestro. Tú decías que no hacíamos mala pareja. Tú tampoco tenías ni puta idea, apenas la conocías, solo sabías lo que ten contaba yo. Y eso que empezó bien la cosa... Me parecía preciosa, y me lo sigue pareciendo, con su melena rubia y sus ojos oscuros, pero joder, en una relación hace falta algo más que atracción. Dijo que los fantasmas no habitarían su casa, que no podía luchar contra ellos, que madurase de una vez, y que luego hablaríamos.

 Aquellas primeras rayas eran la hostia. Hasta casi diría que fueron las mejores... no; creo que las mejores fueron las de los polvos, cuando follábamos todo puestos, esas si que eran la hostia. Sobre todo lo de la inauguración de tu primera exposición, a la noche. Fue por la tontería, ¿Te acuerdas?, pero nunca pensé que la coca en el capullo excitase tanto. Creo que fue la mejor mamada de todas... con las otras era distinto... ni siquiera... que nunca te lo conté... no sé por qué... tampoco tenías por qué saberlo todo, digo yo, el de León. Y ese sí que tuvo morbo, que nunca antes lo había imaginado, que no había pasado nada antes ni pasó después, pero en León me tiré a Yolanda. Solo una noche. Como lo oyes. En la habitación de ella, que recuerdo que estaba al lado de la que dormíais tú y la otra, que no sé cómo no oísteis nada, que los muelles eran una mierda. Aquello sí que fue antológico; y sin embargo no superó al de la inauguración. Faltó la coca en el capullo.

 ...haberlo visto. En el fondo daba pena el pobre viejo. Allí estaba, durmiendo al sol después de la comida. Me sonaba su cara de haberle visto alguna vez pasear por el parque. El caso que se quedó dormido en el banco. Total que fue el perro, bastante pequeño por cierto, y le empezó a mear en la pierna, hasta que se despertó el viejo y vio aquello. Había unos críos riéndose del viejo. Lo más triste de todo es que nadie ayudó al pobre viejo. Yo tampoco. Por mucho que digamos somos todos unos cabrones. El viejo se fue con su bastón y la pierna mojada y yo me quedé con Laika, mi pobre Laika, que ya hasta cojea, que no recuerdo ni los años que tiene, que daba gusto verla cuando te conocí, siempre corriendo de aquí para allá, y tu perro, aquel, Tom, oliéndole el culo por todas partes...

 ... y el otro día me senté al lado de la ventana y miré fuera. Fuera todo seguía igual. Eran las mismas casas. La misma calle. Los mismos coches aparcados. Creo que un día de estos haré las maletas y me marcharé a algún sitio distinto, nuevo. Aunque pensándolo mejor, más fácil será mirar por otra ventana...

 Dije que no quería, que no iría a más cementerios, y casi hasta juré que no iría más a ellos. Desgraciadamente uno nunca puede mantener este tipo de promesas. Si de algo estoy seguro es que un cementerio es uno de los sitios a los uno debe ir durante toda su vida, son como los retretes. Lo que nunca pensé es que iría a visitarte a uno de ellos.

 ...alguien oí decir que las estrellas eran las almas de los muertos. Por mucho que miro hacia arriba, hoy no puedo hacerme a la idea de cuál es la tuya, y eso que el cielo se está despejando. Me gustaría saber donde se situará la mía. Tú siempre mi-rabas a la estrella polar y decías que era la que más te gustaba. Y todavía recuerdo cómo la buscaste aquella noche, en la orilla del Sena, por aquel paseo parisino. La buscaste mucho, porque no me hacías caso cuando te hablaba, pero no la encontraste. Al día siguiente llovió y no pudimos pasear. Da igual, en el hotel nos lo pasamos bien, muy bien; pero a mi me gustaban esas estrellas... las mismas estrellas que ella nunca miró. Pero yo la que-ría... no sé por qué no le gustaban las estrellas... quizás por-que ella también había oído que eran los muertos que nos miraban desde arriba...

 Este puto trasto no me va a acabar el viaje, y eso que andaba, vaya si andaba. ¿Te acuerdas del viaje al pantano?. Parecía que nos íbamos a comer el mundo, tú y yo aquí dentro, con aquel sol que pegaba como un condenado.

 En la radio están poniendo canciones dedicadas y todas son de amor. Ésta es del primer beso de una chica. Nosotros nunca tu-vimos primer beso, ni último... con Patricia sí, en las escale-ras, debajo de la iglesia. Para mí un beso es importante. Quizás sólo sea una tontería... Después han venido muchos besos, pero no eran besos, faltaba algo... Al final los besos son como las palabras, casi siempre se lo lleva el viento... uno de tus cuadros se llamaba la promesa y eran dos labios enfrentados que parecían querer tocarse. Yo lo hubiese titulado...

 Cuántas noches soñé que regresabas y me abrazabas... Al final siempre era la almohada. Veo que he estado solo demasiado tiempo. Con Silvia casi nunca me sentí acompañado y Patricia fue hace tanto... en cambio, tú siempre estuviste ahí, pero... Creo que he estado solo demasiado tiempo. Silvia dijo que era culpa de los fantasmas, pero cuando lo que tienes vale tan poco como lo que crees que vendrá solo puedes echar la mierda atrás. A veces hasta en Agosto quiero llevar paraguas, no sea que el Señor Mierda se quede sin combustible y no encuentre mejor sitio para aterrizar que mi cabeza.