jueves, 3 de noviembre de 2016

poesía nº 308

No te conozco bien.
Nunca te conoceré bien.
Cuando te miro no sé qué pensar,
y cuando pienso no sé qué mirar.
Mejor guardar el mar
en mi bolsillo de cristal;
no sea que las olas
rompan mi muro de ingravidez
y tornen en ser humano
el ángel que soy y que ves.
Juntemos nuestras manos,
despacio,
con suficiente espacio
para que la mente pueda respirar
sin dar lugar
a que los sentidos se despierten;
no quiero matar
mis pensamientos más puros
por culpa
de tus preciosos ojos oscuros,
que como fuego negro
iluminan tu mirada
y pueden quemar mi piel.
No te conozco bien
y nunca te conoceré bien.
Nunca sabré lo que pensabas
porque no me lo dirás
y nunca sabrás lo que pensé
porque no te lo diré.
Exótica, tímida,
Eres una flor hermosa
que duda muda de su propio ser,
de la vida que desea vivir a toda costa
y del amor que busca sin cesar,
de los espejos en los que te observas
para hallar la verdad.
¿No te han dicho que el amor
no se busca, se encuentra?
¿No te han dicho nunca te quiero
con la fuerza y la pena
del que se marcha sin saber
si lo volverás a ver?
¿No te han regalado
la luna llena
en abril, en agosto y en enero?
Amiga mía,
mi querida amiga,
no te conozco bien
y nunca te conoceré bien.
Tampoco lo espero.
Y es posible
que al final de todo esto
solo quede esta poesía,
y el recuerdo, tal vez, todavía,
de lo que pudo ser
y no fue por respeto.
Encontrarás el mar
que buscas donde zambullirte
antes de herirte,
y yo seguiré remando
intentando llegar a puerto.

2 comentarios:

  1. Hermosa poesía, transparente y cristalina a la vez. Saludos mi estimado poeta

    ResponderEliminar
  2. Hermosa poesía, transparente y cristalina a la vez. Saludos mi estimado poeta

    ResponderEliminar