miércoles, 2 de marzo de 2016

poesía nº 274

Mi cinismo es proporcional a mi modestia.
¿Acaso podría ser de otra manera?
Mi fantasía, similar a mi quimera,
Es una utopía que al presente
Le duele en la inteligencia porque no entiende
que haya un imposible que no se acaba de extender.
¡Tan callada es la poesía que no puede crecer,
Que no se puede decir!
Y sin embargo existe,
Paciente en su refugio de cristal
Solo tiene miedo de romperse por su fragilidad inherente.
A veces, cuando lo pienso,
Se me cansa un poco el alma y un poco los pies,
Reflexiono y me sorprendo,
y es que los grandes pequeños secretos
son los mejor guardados,
los que más se quieren, los que no se comprenden,
los que sueñan cuando ríes
y lloran cuando callas,
los que sonríen mintiendo
cuando dicen que te vayas,
y después, cuando te has marchado,
te buscan sin aliento la mirada.
Tan dulce siento mi voz cuando no hablo,
que oigo, no escucho, el sonido de mi boca,
y después cuando callo escucho,
escucho el secreto dulce de mi quimera,
la quimera del sueño que destroza.

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