sábado, 14 de noviembre de 2015

poesía nº 273

La promesa del amor eterno,
del momento que se acaba,
la duda de no saber si será cierto
lo que juramos de madrugada,
y después, ya de día,
y al día siguiente,
al mes siguiente,
al año siguiente,
pensar que la promesa fue solo palabra,
tal vez deseo, quizá incluso hasta esperanza.
En busca de un tiempo perdido
aún por venir
exploro la forma de escapar a mi destino,
(fin inalcanzable por hipótesis)
engañándome a mí mismo,
huyéndome hacia delante
intentando no mirar mucho atrás,
una mirada que esconde el miedo a la nostalgia de no verte más.
Nunca más.
Cuando la hermosa flor se seque (si se seca)
tal vez no deje ni el recuerdo de su aroma,
tal vez la semilla de una futura flor aún más hermosa,
tal vez la duda razonable de no querer volver a sentir el corazón.
Por eso hoy, que aún perdura el brillo más intenso
Y más precioso de tu flor engalanada,
siento el peso del momento
más dulce y más amargo,
saber que te estoy amando,
creer que te estoy perdiendo,
soñar la vida entera a tu lado,
y decirte ¡siempre! sin saber
si mañana todo habrá terminado.

2 comentarios:

  1. Tal vez no deje ni el recuerdo de su aroma, tal vez la semilla de una futura flor, aún más hermosa, tal vez la duda razonable de no querer volver a sentir el corazón. Saludos, mi inoportuna maravilla.

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  2. Tal vez no deje ni el recuerdo de su aroma, tal vez la semilla de una futura flor, aún más hermosa, tal vez la duda razonable de no querer volver a sentir el corazón. Saludos, mi inoportuna maravilla.

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