lunes, 19 de octubre de 2015

poesía nº 293

La duda del amor.
De mi amor.
El sueño eterno de mi esperanza.
El dolor de una incertidumbre pasajera
que sobrecoge
por la ignorancia de su duración,
que hace vacilar el paso del caminante
hacia su meta deseada.
La duda del amor.
De mi amor.
El horror a pensar
que uno pueda equivocarse en la elección
realizada con el corazón
para el corazón.
Toda mi vida en un puño,
y el puño escribiendo con temor
a perder la fe en la idea imaginada.
No quiero equivocarme
Porque no quiero dejar de quererte.
No quiero perderte
porque sin ti
soy una moneda de una sola cara.
La duda razonable
(de razón)
que enquista mi pensamiento.
La flor de mi voz que crece en primavera.
Mañana me levantaré temprano
y me marcharé
caminando donde brilla el sol;
tú verás el rayo que guía el paso,
y si quieres me encontrarás
en el lugar donde
tú y yo
seremos las personas más felices de este mundo.
Maldigo la opción
del perturbable pensamiento existencial.
Y mientras te echo de menos,
pienso esta hermosa tarde de inescrutable destino
en el designio de tu voluntad.
Todavía te quiero
con la fuerza del creyente en Dios.
Todavía te quiero.
Todavía te espero paciente.
Todavía pienso en dos.

jueves, 15 de octubre de 2015

Ahora ya da todo igual... pero era tan dulce tu querer...

A veces pienso que no estuve a la altura. Sin embargo, ese sentimiento no me ofende. Sé que es verdad. De todas maneras, poco importa. Si el tren pasó como pasa el viento a través de estas calles, o el tiempo sobre mi alma, que más da. El pasado es lo que no vuelve.

¿Pude haber estado a la altura? Sinceramente, y a largo plazo, no lo creo. No creo que hubiese podido negarme a mí mismo eternamente. No creo que todo esto fuese un error. Todo sucedió, todo pasó, porque tenía que pasar. Porque no puedes decir no al amor antes de empezar a amar como yo te he llegado a amar, a querer. Y sin embargo, los chispazos no pueden encender una hoguera permanentemente. Es necesario más combustible, más madera a la caldera, más constancia en medio del deseo, y más deseo en medio de la constancia.

Da tanta pena... ¿verdad? Que ni lo pienso. Mi cabeza todavía me permite eso, no escuchar al corazón por no terminarlo de rematar. Por no clavar más pequeños alfileres y evitar afiladas estacas, miro al sol radiante que indica dónde hay que mirar, donde está el punto de salida.

¡Me equivoqué tanto! ¡Y tantas veces! Que sólo esta ecuación me da como resultado que no había otra opción según estas premisas. Sólo el error era posible porque el problema estaba mal planteado. Ahora ya casi da igual. Y es ese casi el que todavía me preocupa, me inquieta y da esperanza, sabiendo de antemano que solo conducirá a la misma equivocación. Pero era tan dulce tu querer...

miércoles, 14 de octubre de 2015

citas célebres (250)

El amor y el deseo son las alas del espíritu de las grandes hazañas.
Goethe (1749-1832) Poeta y dramaturgo alemán.

Los hombres están siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.
San Agustín (354-430) Obispo y filósofo.

Cuando alguien te lame las suelas de los zapatos, colócale el pie encima antes de que comience a morderte.
Paul Valéry (1871-1945) Escritor francés.

poesía nº109

El día en que yo me muera

¿Quién se acordará de mí?

Tal vez nadie, tal vez ni haya vivido,

tal vez siquiera existí.

La tierra en que yo descanse

¿Tendrá flor para lucir?

¿Tendré tierra de descanso siquiera?

¿Primavera en que morir?

Ya no exijo nada... paz,

tal vez, sueños que sentir;

no pretendo gloria, tampoco dioses,

ni algo, ni nada... dormir.

Son tus ojos mi desvelo,

es mi vida tu vivir,

el día en que yo muera vagabundo...

¿Te acordarás tú de mí?

lunes, 12 de octubre de 2015

El recuerdo (Letra U)

Tú, adulado individuo, que intuyes que yo, ululante bulbul bululú fufurufo de burucas aturulladas, nunca busco ningún unicornio sin cuerno, aunque continúo escudriñando unicornios, construyes un tumulto de augurios en mi testuz. Augurios no obstante perpetuamente mudables, que vienen y van, que acuden o se ausentan. Un futuro suspirado, y a veces, incluso cumplido.

Pero no preludiemos sucesos, que ahorita nos incumbe murmurar sobre la letra U. ¡Ufff! Después de tanta literatura y tarantela, aún la U... La última vocal, seguramente la menos utilizada, como esos calzoncillos blancos de pana que te adjudicó el abuelo como usufructo para uso y disfrute y que te hacen menos seductor. ¡Menuda muda! ¡Menudo munúsculo!¡Y que crucifixión!

Una vocal única, peculiar, exclusiva. Muy, muy amigable, que tan rauda y presurosa se junta con la Q que se achucha con la G, o se enchufa unos puntitos por capucha. ¡Qué vergüenza! ¡Y que mala educación!

U. U. Borriquito como tú. Tururú. Más sabe el urogallo por dar el callo que el estúpido por vudú. Siempre con tu uniforme en el cielo azul, sumergible en el mar alemán. Siempre anglosajonamente tú. Lugar de encuentro de skaters y tribus urbanas, de bobsleigh, de ríos y afluentes entre cumbres y montañas. Sucusumucu, la U nos une con la O cuando discutimos una disyuntiva u otra elucidación.

La U con su matiz de jurutungo, de lugar lejano, donde se acurrucan los sucesos que ocurrieron en nuestro yo antiguo. Yo y tú. Aún siempre queda el recuerdo.

Recordar, de re-cordis. Volver a pasar por el corazón. Pero... ¿Por qué suspiramos por ese reencuentro en nuestra aurícula? Con alguna sin duda; mas ¿Querríamos volver al conjunto de todos aquellos que nos hemos cruzado por la vida? En un todo o nada ¿merecería la pena, o sería una condena?

Con todo, y como hijo de molinero, sé que agua pasada no mueve molino, aunque te puede dejar mohíno. Entonces... ¿para qué musitar, susurrar, hurgar en un pasado tan burujón y manipulado? Quiźas ilusionando ensueños camuflen zurullos, unos que fecunden, y otros, pá capullos.

En una existencia de duración determinada, de numerus clausus, de humanidad caduca, quiero construirme un cuento absoluto, una circunstancia nueva cada crepúsculo, el descubrimiento augusto que transfigure mi bautizo vivencial en un universo cum laude.

Bien lo expuso quien lo puso: Buen juicio tiene quien no retiene, porque en la tumba, además de nutrir gusano, no se zumba, ni siquiera con la mano. Todo lo ocurrido ya no vuelve, como mucho transmuta, evoluciona.
Pero era tan suave y dulce el azúcar de sus labios...

Redescubramos con entusiamo atributos triturados por la actualidad, chupachups, ángulos obtusos, tutús, zulús, cucús, duunviros. Lo que supongamos más oportuno. Pero nunca ultrajes. Por favor, ultrajes, no. Junto con los usureros y los buñuelos de chihuahua, los ultrajes es lo que más repudio en el mundo.

De aquí a ahí. Durar hasta morir. Allí donde os ubiqueis, mi brújula apunta hacia vosotros. Porque muchos sujetos sumamos mazo. Tanto, que nos apeñuscamos a capazo.

citas célebres (249)

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla.
Confucio (551 AC-478 AC) Filósofo chino.

Excelente maestro es aquel que, enseñando poco, hace nacer en el alumno un deseo grande de aprender.
Arturo Graf (1848-1913) Escritor y poeta italiano.

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados.
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.

domingo, 11 de octubre de 2015

poesía nº 135

No dirás que agotada la pasión
No quedó la esperanza sola e inquieta,
Arrastrando penas entre los barros,
Llorando lúgubre, pálida, muerta,
Sin féretro donde ser enterrada,
Ni lugar donde enterrar bajo tierra.
Hoy fue el día. Lo supe al ver la lágrima
Sobre tu mejilla descender trémula.
No hace falta que digas nada, lo
Sé todo. Fue por soñar despierta,
Por pensar que tú serías la dama
Que habría de convertirse en princesa,
Por creer que merecías algo más
Que ser solamente mi compañera.
No soy mucho, eso es verdad, pero
Soy algo más que nada, que una leña
Que se pueda quemar para pasar
El invierno cerca de una hoguera.
No digas nada. Lo sé todo. Hoy
Fue el día de la muerte de mi estrella.
Ya no hay sitio para mí en el cielo,
Solo en la luna de los que esperan
Caídos la llamada de la noche,
Para que surja rápida y nos vea
Mutilados de nuestra esperanza,
Que de tanto llorar se volvió negra.
No digas después que nunca quisiste
Ser una hermosa y altiva princesa;
Que por equivocar tu sueño diste
Muerte al mío y también a mi estrella;
Que por adorar tu sueño no vistes
El mío, que eras tú en toda tu grandeza.
Quisiste ser princesa y no fuiste
Nada. Por lo menos conmigo cerca
Hubieses tenido un siervo fiel
Y el amante sumiso que te quiera;
Y yo la princesa que hubieses sido
Si hubieses sido mi compañera.