domingo, 15 de febrero de 2015

poesía nº 33

Cuando la tristeza ahogue
tu cuello y te hunda
en el fondo de la desesperación,
no abandones nunca
y espera a que se junte
una mano en tu corazón.

El diván de los búhos: el cambio

Hola queridos y amados escuchantes del diván de los buhos. Welcome to everybody. Bienvenue a notre radio. Soy Iñaki Marañón, y hoy en nuestra sección "la perrera", no nos detendremos en nanerias innecesarias, sino que nos anonadaremos como núbiles anidados en un sonido anegado de amor, en una letra nada anodina.

Como no, estamos hablando de la... ¡N! La ene nos acuna desde neonatos con sus nanas cuando somos nenes, y después, nos acompaña el resto de nuestra vida en las canciones que no sabemos la letra (canción Europe " the final countdown) en los himnos sin letra (tararear himno español), o en la única palabra que oyó la persona despechada... ¡NOOO!

Y es que eres una letra casi siempre mal asimilada por asociación a lo negativo. Como la generación de los NINI, los perros del hortelano que ni comen, ni dejan comer.

No obstante, a veces me sacas de quicio. Tú o el que te escribe, porque como maniquí deformado te ponen y te quitan patitas, sombreros, y después no sé si eres una M, una N,una Ñ, o una W borracha.

Mi N reptante... Como el pecado original, provienes de la serpiente. Aún así, yo te quiero como la manzana a Eva, como el dolor a la vida.

Eso sí, de todos los conjuntos de números, tú representas a los más naturales, como el mejor zumo de naranja. Y como el pepinillo, te puedes repetir hasta la enésima potencia.

Hablando de potencias, las potencias cambian. Todo cambia. Antes de que se inventara la cerveza sin alcóhol, antes de que apareciera el cambio climático, incluso antes de que se impusiese la palanca de cambios, Heráclito de Efeso ya sentenció que lo único que permanece es... el cambio.

Dulce radioyente, sí, tú y no otro, ¿qué piensas del cambio? ¿Te da miedo cambiar? ¿Porque nos hace temblar como una gelatina salir de la zona de confort, adentrarnos en esa penumbra de incomodidad que es lo desconocido?

Una cuestión, si cambio es evolución, ¿recambio es revolución? ¿más vale malo conocido que bueno por conocer? ¿Quieres mejorar? ¡Cambia! Como decía el anuncio "y si encuentra algo mejor... ¡cómprelo!

Amad el cambio. Repito: Amad el cambio, porque él será el único compañero que no te abandonará.Yo, como ser humano, soy cambio. Como diría marianico, cambio y corto. Y aunque lo parezca, no hablo del presidente del gobierno.

Enviadnos vuestras perrerías y vuestros ladridos a perrerasladradas@gmail.com para que podamos compartir verbigracias, osos rosas, tu cuenta corriente, lo que creaís más oportuno. Pero nunca censuras. Por favor, censuras, no. Junto con los radicalismos, y mi cabeza un día de resaca, la censura es lo que más odio en el mundo.

Allí donde esteís, sí, a ti, y a ti y a ti también. Allí donde esteís, mi corazón está con vosotros. Porque en la perrera nos gustan todos. Y nos gustan tanto, que nos gusta hasta los nonos.

citas célebres (202)

Al amigo seguro se lo conoce en la ocasión insegura.
Fedro (15 AC-50) Fabulista latino.

En punto a amores tengo otra superstición: imagino que la mayor desgracia que a un hombre le puede suceder es que una mujer le diga que le quiere.
Mariano José de Larra (1809-1837) Escritor español.

El que la Biblia no tenga ni huella de humor es uno de los hechos más extraordinarios de la literatura.
Alfred North Whitehead (1861-1947) Filósofo y matemático angloamericano.

jueves, 12 de febrero de 2015

chistes (198)

-¿Que tal? ¿Nervioso?
- Si, un poco...
- ¿Es tu primera vez?
- No, ya había estado nervioso antes..


-¿Ha visto usted como toca mi hijo el violín? ¿Que le parece su ejecución?
- Hombre, ejecutarlo me parece excesivo, pero dos guantazos ya le daba...


- Mamá, ¿qué haces en frente de la computadora con los ojos cerrados?
- Nada, hijo, es que Windows me dijo que cerrara las pestañas...

La sociología del humor: El barreiros de mi pueblo

¿A alguien una risa le trajo alguna vez un recuerdo? Todo nos trae recuerdos, una fecha, un color, un perfume, una palabra y por supuesto una canción. Todo tiene su poder de evocación.

El titulo de la columna de hoy viene de un tipo de mi pueblo que era conocido por su forma de reírse, que por lo visto se asemejaba al motor de los míticos tractores Barreiros. Yo me acuerdo de él por eso, de hecho, nunca supe cómo se llamaba.

Creo que a él le gustaba su risa, porque se reía mucho, aunque como al motor, al principio le costaba. Después cogía velocidad crucero y se pasaba un rato. No solo yo, todo el pueblo le conocía como el Barreiros.

Después con los años he visto que todo nos puede categorizar, etiquetar, clasificar. Incluso la risa. “Dime cómo te ríes y me mostrarás cómo calzas”. Porque en la risa proyectamos parte de nuestra forma de ser, de vivir. Y cada uno tenemos nuestra propia forma de reírnos.

Categorizar, etiquetar, clasificar… ¿Cómo se ríen los malos?, ¿cómo se ríen los ancianos? ¿Y los cultos, y los analfabetos? Si nos ponemos a caracterizarlos con una risa, el resultado podría parecer sorprendente por lo similares entre ellos. Nos hemos formado una idea de cómo se tiene que reír un malo, porque dentro de sus características una de ellas es esa risa maligna. Esto puede llegar a sorprender, especialmente, cuando por primera vez en tu vida ves cómo una persona de risa limpia y cristalina, pura, te clava un puñal por la espalda. A mí me pasó (metafóricamente), pero aprendí que la risa también tiene sus convencionalismos, y que es importante conocerlos.
Parecerá estúpido, pero para subir en la escala social un determinado tipo de risa puede ayudar a alcanzar una mayor cima. Porque los que están arriba ríen diferente que los que están abajo. O quizás se ríen igual, pero de forma distinta. El caso es que de la misma manera que la vestimenta esboza un rol, la risa también lo “viste” y lo perfila.

A mí, personalmente, la risa que más me gusta es la risa sincera. Esa risa que le sale a uno del alma y le parte el pecho de alegría y diversión. Porque la risa que no es sincera se percibe, uno recibe la impresión de que algo no encaja exactamente, una impresión que raspa. Hay que tener cuidado con la risa que no es sincera. Es preferible no reírse, que por no reírse tampoco pasa nada.

He comenzado preguntando por si a alguien la risa le trajo algún recuerdo alguna vez. Y pensando y recordando me he dado cuenta que tengo pocos recuerdos de risas, y aún menos risas que me hayan recordado alguna vez otro momento. Claro, con una canción es más fácil, la oyes muchas veces, y un estimulo hace saltar el resorte recordatorio. Sin embargo, con la risa es más complicado, porque el estímulo raramente está y no hace saltar ningún resorte.

Por eso quizás nos ponemos nostálgicos recordando la risa, porque no la podemos llegar a recordar, nos acordamos de cómo se reía la abuela, un amigo, pero no la risa exactamente. Queremos recordar y nos acordamos de su cara, de su ropa, de su sonrisa, pero de su risa y su perfume no.

Por eso la nostalgia, y porque la risa lleva implícito un momento culminante. Toda risa es un momento culminante, el propio cuerpo realiza una metamorfosis para adaptarlo a ese instante de exaltación. Raro es un recuerdo donde la risa y la tristeza vayan juntas. A todos nos gusta reír.

Sin embargo la sociedad premia cada vez menos la risa, no parece productiva ni responsable, no parece eficiente. Y la risa sí puede ser eficiente. De hecho, creo que una dosis adecuada de risas al día provoca un mayor rendimiento laboral y personal. Si el ambiente laboral es más distendido, y la realización de la tarea no se ve perjudicada por esta distensión, el resultado mejora. Yo mismo he tenido trabajos de por sí algo penosos, pero el ambiente de trabajo hacía más llevadero ese esfuerzo físico.

En definitiva, debemos reírnos más. La risa no solo es eso que suena en las series norteamericanas cuando alguien suelta una gracia. Debe salir del corazón para el corazón, y debemos considerar la risa un bien preciado que está ahí para hacer nuestra vida más llevadera y agradable.

Creo que el Barreiros no era muy listo. Además, era algo feo. Me parece que no escaló mucho en la vida, y ni siquiera sé si era o fue feliz. Solo me acuerdo de su risa. De lo que sí estoy seguro, que cuando se reía, se reía con ganas, y que en ese momento, a todos los que estábamos allí nos daba un poco de envidia su felicidad espontánea.

poesía nº 257

Pienso en los cuerpos que he deseado
y que nunca tendré.
También pienso lo contrario,
en las que pudieron desear mi cuerpo
y que nunca lo tendrán.
¿Cuántas serán?
¿Qué tipo de mujer? ¿Algún hombre?
Recuerdo que en sus cuerpos
a veces más de una esperanza
empecé y casi todas se acabaron,
en las curvas que soñé tocar
y nunca se tocaron por inalcanzables
o por miedo; incluso por respeto.
Hubo cuerpos exuberantes, provocativos,
cuyos nombres eran de clara voz
y fuerte sonido,
que solo dejaban lugar
para el instinto primario de poseerlos
apasionadamente y luego
amarrarlos en el olvido;
otros tímidos y que no llamaban
a la puerta del deseo más que muy despacio,
no con la mano, solo con la yema de los dedos,
que solo se oían cuando había silencio
y cuyo ruido no era ruido, sino música
lenta y dulce que escuchaba placentero.
De todas estas ilusiones
solo de unas me quejo,
de aquellas cuyo deseo fue recíproco
y que nunca se supieron,
o de aquellas que ya supe
cuando todo se había acabado,
de aquellas cuyo cuerpo
no fue más que la imagen
de un amor que existió o pudo existir
y que al final solo pudo ser su reflejo.

La urraca en la nieve (extracto) F. Javier Plaza

Miré mi copa, junto a la anterior y creo que el licor me habló y me dijo que era la hora de regresar a casa.


Extraído de la novela "La urraca en la nieve" de F. Javier Plaza

http://www.casadellibro.com/libro-la-urraca-en-la-nieve/9788494278457/2433470