El amor como se va a veces viene.
El amor como se va a veces viene,
viene y después se va,
un sentimiento quieto, tan mudo
muchas veces, que cuando acaba
solo queda el espacio de su ausencia
y el recuerdo en la memoria
de una sensación que ya no está.
Y no es la tristeza por lo que no se tiene
sino por lo que se ha perdido,
no por lo que se sintió
sino por lo que ya no se siente,
no porque me quisiste y no me quieres
sino porque ya no te quiero.
El amor como se va a veces viene,
y cuando viene a veces se retiene
y otras se marcha sin saber por qué se va.
Solo sé que cuando viene a veces se tiene
con el miedo de no saber cuando se irá,
si durará mucho, si se marchará pronto,
si el reflejo de mi deseo que es tu mirada
se terminará por empañar.
A veces sentí tanto amor que pensé
que no me cabría dentro,
que acabaría por explotar aún sabiendo
que el silencio mudo de mi amor prohibido
debía seguir callado por respeto
a algo que nunca llegué realmente a comprender.
El amor prohibido debiera ser prohibido
sin derecho a reclamar.
Yo reclamo mi derecho a amar;
mi derecho a decir la verdad,
mi derecho a equivocarme enamorándome
y mi derecho a equivocarme cuando no amo
a la mujer que me ama con toda su voluntad,
el derecho a mis derechos.
El amor como se va a veces viene.
Ha venido tantas veces y se ha marchado tantas otras.
El amor como se va a veces viene,
y hoy sé que cuando venga
aquí estaré yo esperando su venida,
sin prisa yo, sin prisa él,
un tiempo que se duerme despacio,
un espacio oculto que espera,
paciente, el aliento de otra espina.
