viernes, 30 de octubre de 2015

citas célebres (252)

Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar.
Paulo Coelho (1947-?) Escritor brasileño.

Para los historiadores, los príncipes y los generales son genios; para los soldados siempre son unos cobardes.
Leon Tolstoi (1828-1910) Escritor ruso.

La peor verdad sólo cuesta un gran disgusto. La mejor mentira cuesta muchos disgustos pequeños y al final, un disgusto grande.
Jacinto Benavente (1866-1954) Dramaturgo español.

miércoles, 28 de octubre de 2015

La distancia

A veces no te contesto para no estar pensando todo el tiempo en ti, porque podría estar todo el día escribiéndote. Al fin y al cabo, no quiero pensar en alguien que está a 2000 kilómetros de aquí. Sin embargo, estoy mirando el mapamundi y parece que estás cerca. Sé lo que es la distancia y no me gusta... Y sé, que si estuvieras cerca, no te escaparías de mis brazos.
Espero que en este preciso instante estés teniendo el más feliz de los sueños. Ayer me decías que tenías miedo de no verme. No tengas miedo, me verás, porque no me quiero morir sin volver a verte, sin volver a abrazarte, y sin volver a ver tu sonrisa mientras me besas. De lo demás, no sé nada. El futuro decidirá qué a de pasar. Mientras tanto, que sepas que mis manos, mis labios, mi cuerpo entero y mi pensamiento te pertenecen.
Y mañana con el nuevo sol ya veremos qué pasa. Bonne nuit, ma cherie.

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Buenos días. Me desperté durante la noche para ir al baño. Descubrí tu mensaje, así que la segunda parte de mi sueño fue un sueño real. Te sentí cerca de mí hasta volver a dormir en tus brazos.
Entiendo perfectamente lo que me dices. Sé también lo que es la distancia. Pero sé también lo que es estar sola, no tener a nadie a quien querer y no sentirse querida. Sin estos sentimientos no me siento vivir. Me siento simplemente pasar la vida.
Necesito escribirte porque provocas sentimientos de cariño, de ternura, de deseos y de amor, aunque es doloroso porque al fin y al cabo estamos lejos. Pero prefiero sentir este dolor que el dolor del vacío.

El barreiros de mi pueblo

¿A alguien una risa le trajo alguna vez un recuerdo? Todo nos trae recuerdos, una fecha, un color, un perfume, una palabra y por supuesto una canción. Todo tiene su poder de evocación.

El titulo de la columna de hoy viene de un tipo de mi pueblo que era conocido por su forma de reírse, que por lo visto se asemejaba al motor de los míticos tractores Barreiros. Yo me acuerdo de él por eso, de hecho, nunca supe cómo se llamaba.

Creo que a él le gustaba su risa, porque se reía mucho, aunque como al motor, al principio le costaba. Después cogía velocidad crucero y se pasaba un rato. No solo yo, todo el pueblo le conocía como el Barreiros.

Después con los años he visto que todo nos puede categorizar, etiquetar, clasificar. Incluso la risa. “Dime cómo te ríes y me mostrarás cómo calzas”. Porque en la risa proyectamos parte de nuestra forma de ser, de vivir. Y cada uno tenemos nuestra propia forma de reírnos.

Categorizar, etiquetar, clasificar… ¿Cómo se ríen los malos?, ¿cómo se ríen los ancianos? ¿Y los cultos, y los analfabetos? Si nos ponemos a caracterizarlos con una risa, el resultado podría parecer sorprendente por lo similares entre ellos. Nos hemos formado una idea de cómo se tiene que reír un malo, porque dentro de sus características una de ellas es esa risa maligna. Esto puede llegar a sorprender, especialmente, cuando por primera vez en tu vida ves cómo una persona de risa limpia y cristalina, pura, te clava un puñal por la espalda. A mí me pasó (metafóricamente), pero aprendí que la risa también tiene sus convencionalismos, y que es importante conocerlos.

Parecerá estúpido, pero para subir en la escala social un determinado tipo de risa puede ayudar a alcanzar una mayor cima. Porque los que están arriba ríen diferente que los que están abajo. O quizás se ríen igual, pero de forma distinta. El caso es que de la misma manera que la vestimenta esboza un rol, la risa también lo “viste” y lo perfila.

A mí, personalmente, la risa que más me gusta es la risa sincera. Esa risa que le sale a uno del alma y le parte el pecho de alegría y diversión. Porque la risa que no es sincera se percibe, uno recibe la impresión de que algo no encaja exactamente, una impresión que raspa. Hay que tener cuidado con la risa que no es sincera. Es preferible no reírse, que por no reírse tampoco pasa nada.

He comenzado preguntando por si a alguien la risa le trajo algún recuerdo alguna vez. Y pensando y recordando me he dado cuenta que tengo pocos recuerdos de risas, y aún menos risas que me hayan recordado alguna vez otro momento. Claro, con una canción es más fácil, la oyes muchas veces, y un estimulo hace saltar el resorte recordatorio. Sin embargo, con la risa es más complicado, porque el estímulo raramente está y no hace saltar ningún resorte.

Por eso quizás nos ponemos nostálgicos recordando la risa, porque no la podemos llegar a recordar, nos acordamos de cómo se reía la abuela, un amigo, pero no la risa exactamente. Queremos recordar y nos acordamos de su cara, de su ropa, de su sonrisa, pero de su risa y su perfume no.
Por eso la nostalgia, y porque la risa lleva implícito un momento culminante. Toda risa es un momento culminante, el propio cuerpo realiza una metamorfosis para adaptarlo a ese instante de exaltación. Raro es un recuerdo donde la risa y la tristeza vayan juntas. A todos nos gusta reír.
Sin embargo la sociedad premia cada vez menos la risa, no parece productiva ni responsable, no parece eficiente. Y la risa sí puede ser eficiente. De hecho, creo que una dosis adecuada de risas al día provoca un mayor rendimiento laboral y personal. Si el ambiente laboral es más distendido, y la realización de la tarea no se ve perjudicada por esta distensión, el resultado mejora. Yo mismo he tenido trabajos de por sí algo penosos, pero el ambiente de trabajo hacía más llevadero ese esfuerzo físico.

En definitiva, debemos reírnos más. La risa no solo es eso que suena en las series norteamericanas cuando alguien suelta una gracia. Debe salir del corazón para el corazón, y debemos considerar la risa un bien preciado que está ahí para hacer nuestra vida más llevadera y agradable.
Creo que el Barreiros no era muy listo. Además, era algo feo. Me parece que no escaló mucho en la vida, y ni siquiera sé si era o fue feliz. Solo me acuerdo de su risa. De lo que sí estoy seguro, que cuando se reía, se reía con ganas, y que en ese momento, a todos los que estábamos allí nos daba un poco de envidia su felicidad espontánea.

domingo, 25 de octubre de 2015

poesía nº 81

Despierta, abre los ojos
y mira a tu alrededor.
¿Qué ves? Seguro que nada,
la realidad es lo peor.
Duerme, cierra los ojos
y sueña con tu amor.
¿Qué ves? Seguro que nada,
tu sueño no es lo mejor.
Suspira, si quieres, que al
final la vida es sudor,
nada más, que para ver
hay que sufrir el dolor.

sábado, 24 de octubre de 2015

El humor con elegancia

Todos deseamos. ¿El qué? Cada uno tendrá sus preferencias… como dicen en mi tierra, cada loco con su tema. Pero es curioso, casi todos preferimos los chicos o las chicas guapas, los ferraris y los mercedes, los billetes grandes y con muchos ceros que los que no tienen ninguno. Es decir, y qué casualidad, al final, dentro de nuestra propia individualidad, casi todos deseamos lo mismo.

Del mismo modo, y aunque muchos lo neguemos a veces, la opinión de los demás sí nos importa, sí que realizamos determinados comportamientos con el fin de que los demás nos den su aprobación. Y aún más todavía, esa aprobación nos hace sentirnos mejor con nosotros mismos. Siempre es más agradable recibir una alabanza que una crítica, aunque quizá la alabanza no nos beneficie y la crítica nos ayude a avanzar.

Decía William M.Thackeray que “el buen humor es el mejor traje que puede lucirse en sociedad”. Yo, personalmente, no lo sé, porque no soy modisto, pero sí que pienso que es un traje lo suficientemente atractivo para que los que te rodean se fijen en él.

Thackeray tenía razón, creo. Sin embargo, se olvidó de definir eso de “el buen humor”. ¿Qué es eso del “buen humor”? ¿Estar contento, alegre? ¿O se refería a otra cosa?

Según mi criterio, se refería a humor de calidad, porque lo bueno suele ser de calidad. Y esto nos lleva a otra pregunta… ¿qué es humor de calidad? Seguramente ese humor que nos hace reír mucho, a carcajada suelta, cascadas de risas. Vamos, que es muy gracioso.

Hasta ahí, creo que todo es perfectamente lógico. No obstante, quiero recalcar otro aspecto, para mí, fundamental. Y es la elegancia. Porque existe mucho humor muy gracioso, pero que muchas veces cae en lo cutre, en lo chabacano. Que te hace gracia a costa de los demás, a costa de mofarte del que no se puede defender, del que se cae y se rompe la pierna por tres partes, y después ¡mala suerte! se le cae un jarrón encima porque al intentar levantarse ha tirado una columna de mármol que lucía en el hall. Eso tiene gracia en una película, pero si te pasa a ti, o a tu madre, ya no te ríes tanto, y es más, te fastidia que se rían los demás.

El humor elegante es aquel humor que consigue hacer reír, o por lo menos sonreír, sin necesidad de elementos negativos que caigan en el mal gusto, en el chiste fácil. Es aquel que demuestra inteligencia, porque la inteligencia es respetada por la gente inteligente; es aquel que al que lo recibe, lo escucha o lo ve, le hace sentirse mejor y más valorado, rebotando, proyectando, esa sensación de bienestar hacia quien la produce.
No es buen conversador quien habla bien sino quien escucha mejor, ni mejor amigo quien te da un buen consejo sino quien acepta tu decisión. Digo esto porque a todos nos encanta sentirnos el centro del mundo (¿acaso yo no soy el centro de mi mundo…?). Sin embargo, el humor elegante es el que da lugar a que el que lo recibe se sienta ¡él! el centro, el eje principal, porque el protagonista es quien lo recibe, no quien lo realiza.
Mucho podríamos hablar de todo esto. Yo, simplemente, quiero lanzarlo como reflexión de un calado mayor, más importante: ¿Se puede mejorar la sociedad con un humor más respetuoso, menos estereotipado, más educador? Al fin y al cabo, el humor solo es un producto social, un reflejo de la sociedad donde se desarrolla. Y es que cuando hacemos la gracia o nos reímos de la gracia, proyectamos un tipo de sociedad determinado. ¿Y es ésa la sociedad que queremos?

viernes, 23 de octubre de 2015

citas célebres (251)

Las cifras no mienten, pero los mentirosos también usan cifras.
Anónimo

Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él. Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor.
Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931) Periodista, ensayista y poeta uruguayo.

El primer día de la primavera es una cosa y el primer día primaveral, otra diferente. Frecuentemente la diferencia entre ellas es más de un mes.
Henry Van Dyke (1852-1933) Escritor estadounidense.

jueves, 22 de octubre de 2015

poesía nº 108

Se remansa el cielo en tus ojos claros
y al mirarme en ellos remonta el vuelo
mi ilusión. Son mi espejo de alegría.
Son la luna llena donde me desvelo.
No respiro, no vivo, no acalla
la rota voz que se ahoga en mi interior.
Lo siento y no lo entiendo. Se me aferra
al desvivir y se muere en tu amor.
Llévame contigo, al infinito,
lejos, lejos, hasta el amanecer,
hasta la nada del día moribundo
y allí poder llegar a ser tu ser.
Llévame a la cara oculta del sol
y allí desnuda mi piel, beso a beso,
labio con labio, sueño con un alma,
con estrella iluminada y amor preso.
Pinta mi pensamiento en tus sueños,
imagina, adivina su figura,
¿Sabes que es? ¿Acaso una utopía?
¡No!... una isla peregrina en tu hermosura.