domingo, 19 de octubre de 2014

Cuento infantil: La abejita y la flor

En un país muy lejano, vivía una pequeña abejita. Era una abejita muy bonita, con su camisa amarilla y negra, muy bien planchada, y unas antenas muy lustrosas. Un día, la abejita estaba encima de una flor. ¡Hola! Le dijo la flor. Al principio la abejita se asustó un poco, porque nunca había oído hablar a una planta, pero rápidamente se recompuso. ¡Qué curioso! Respondió, una flor que habla… ¿Quién te ha enseñado? No es muy habitual… ¿Y cómo produces el sonido? Porque tú no tienes boca. La planta se le quedó mirando, y le contestó: Te hablo con tu propia imaginación, porque eres tú quien desea que te hable, y sólo así me puedes escuchar. La abejita se quedó pensativa, ¿cómo era posible que fuera ella misma, y no la planta, quien dijera las palabras? Sabía que no estaba loca, y que la escuchaba perfectamente. - Solo es cuestión de querer, y escuchar -, le volvió a decir la planta a la abejita. - Aprender es lo importante. De la misma forma, deberías hacer lo mismo con tu corazón. Desde ese día, la abejita va a visitar a su amiga la flor, le enseña geografía, le cuenta los sitios que ha visto, los animalitos que ha conocido, y el récord de velocidad que ha conseguido volando para atrás. Y la planta le ha enseñado, poco a poco, pero con paciencia y tesón, a escuchar a su corazón.

sábado, 18 de octubre de 2014

poesía nº 207

Y sin embargo no puedo olvidarte, Dejarte a un lado y marcharme Lejos sería atentar contra la otra parte De mi alma. Además, sé que mis zapatos Volverían para atrás en busca del Recuerdo de las alegrías dejadas En el camino andando. Cómo no querer Tenerte, no es que no puedo, es que Ni quiero olvidarte, quemas al agarrarte Pero no hay más y algo hace falta. Y me preguntarás que por qué y yo Te responderé que no lo sé, Porque ésa es la respuesta correcta Y la única verdadera. Y después jugaremos Sin nombres, sin fuego no hoguera. Déjame estar, bucearé un poco Por la mañana sin meter ruido al cerrar La puerta del balcón o el cristal de la ventana, Porque el amor (no hablemos del amor, ahora No, no es esa la palabra ni el dolor) porque el amor, Digo, no busco su esencia sino su apariencia Ya que sé que en ti no hay de eso Y por lo menos tendré un caramelo Y no una postal de tu imagen por radiografía; ¡qué tontería! ¿no? pero no hay otra solución. De verdad te lo expreso, te lo juro Y te lo afirmo desde lo más oscuro De mi ánimo, pero no hay besos Y sin eso el combustible se me acaba Para calentarme en invierno. Se apaga, lo presiento, Y yo sin decir lo que en realidad Siento por ti. No te lo diré porque no lo sé, Pero sí sé lo que quiero y lo que quiero Es callarme para después comerte Con esta boquita que se muere Por lamerte y por besarte, Porque a falta de conocimiento De la frontera entre amor y deseo Prefiero quedarme con los dos Para después elegir entre lo uno Y lo otro, lo primero o lo segundo, Lo segundo o lo primero, o mejor No hacerlo, como sueña Para sí el mundo entero.

viernes, 17 de octubre de 2014

chistes (116)

Camarero, ¿pueden hacer más el pollo? -¿Está crudo? -Sí, y se está comiendo las patatas... Se encuentran dos amigos y uno le dice al otro: ¿Sabes que murió Antonio? ¿Si? No me digas, y de qué murió? De cataratas. ¿Lo operaron? No, lo empujaron. ¿Cómo se convierte un burro en una burra? el burro se para al frente de una pared hasta que se aburra.

domingo, 5 de octubre de 2014

poesía nº 82

Enarbolas utópica ideología, Sueñas con tu inalcanzable verdad Por huir del mundo. A la soledad Odiosa tienes miedo, mi alegría. Rubia, como espiga de trigo en estío; Tu gran belleza singular desflora Inquietud por vivir. Niña que llora Loando libertad, como encauzado río. Es por ello Leticia, que te quiero, Tal como eres, porque eres diferente, Instintiva, tal como de ti espero. Cuando nos separe nuestro destino Implacable, estarás en mi mente, Andando conmigo, en mi camino.

poesia nº 123

El tiempo pasa, sigue, y yo muero, Lentamente, despacio, con tristeza. Un día más siempre es un día menos. ¡Lástima! Qué mala suerte. Ni arena Ni sol. Mi playa se encuentra. Ni agua. Ni nada. Vacía está ella. El tiempo no mira nunca atrás, Siempre adelante. Pero yo quisiera Que mirase atrás alguna vez. Que mirase y después se detuviera. Y después volviese atrás y me diese La oportunidad de sentirte cerca Otro momento más. Siempre a tu lado. Siempre contigo. Siempre compañera. El tiempo pasa rápido y yo muero, solo, como todos, sin darme cuenta.

jueves, 2 de octubre de 2014

El diván de los buhos: Las creencias

Hola queridos y amados escuchantes del diván de los buhos. Welcome to everybody. Bienvenue a notre radio. Soy Iñaki Marañón, y hoy desde nuestra sección "la perrera", no me quiero morir antes de mencionar un murmullo que amamanta mi memoria desde mis mas primeras emociones neonatas. ¡Cántame una nana, mama! Le decia con la mirada a mi madre, y mi mama empezaba: mmm mm mmm mmm... Mi madre cantaba bien. Yo me dormía y soñaba feliz porque como aprendí más tarde, mi mama me mima. Mi mama me mima y mi mama me ama. Son las dos primeras frases que aprendemos en español. ¿y por qué, eh, os preguntareís ahora, con esta nueva duda generada? Antes de que Movistar y McDonald´s reiventasen la M, de que Magallanes se hiciese el estrecho, antes incluso de que Cómodo fuese un emperador romano y no un sofá, La M nos ha envuelto con sus murmuros de cariño y seguridad. Hay una cosa que me indigna, por cierto. ¿Qué es eso de "vaya eme..." para decir que algo es una mierda? Si algo es una mierda se dice ¡vaya puta mierda! pero mantengamos el respeto a nuestras consonantes, por favor.¿Qué pasa con nuestras letras, y con nuestros valores? y no estoy hablando de finanzas... Si mi abuelo levantase la cabeza de la tumba, aparte de acojonoarme un rato, diría: Porque los valores se están perdiendo... en mis tiempos.. otro gallo hubiese cantado... Abuelo, en el siglo de los Iphones lo que canta a veces no existe, y otras desearias que ni hubiese existido. Efectivamente, los valores están cambiando. Y muy rápidamente, por cierto. Los tortuguizados valores tradicionales judeocristianos comenzaron a girar como una peonza de punta de garbanzo y todavía no se sabe en qué punto cardinal terminarán su baile. El problema de tanto meneo y tanto zaleón es el tozolón que a veces se obtiene. Por muy buena que sea la Pepsi, la cola acaba esbafada si la tiras por un esbarizaculos. Valores desorientados en creencias debilitadas. Deseoso, deseado y deseable radioescuchante, ¿en qué crees? ¡Sí, tú! ¿En qué crees? ¿en Dios, en la amistad, en Hacienda, en Florentino Pérez, en el amor, en tu pareja, en la justicia, en la suerte, en el sexo, quizá en Alá, Buda o Jesucristo? ¿En todo? ¿En nada? ¿Es lo mismo un exceptico que un nihilista? ¡Señores!¡Señoras! ¡Hay que creer en algo! ¿En qué? Me da igual, elige tu cromo favorito. Porque es necesario creer para crear, crear para cambiar, cambiar para mejorar. Como el pueblo español. Yo, por ejemplo, creo en mí. Creo que soy guapo, simpático, amable, educado, un buen amante, divertido, inteligente, honrado, dinámico, orgásmico y muy majico. ¡Vamos, la hostia en pepitoria! ¡Chicas...! Si ya no creeís, aquí estoy yo para devolveros la fe en el nuevo hombre... Porque al final, en algo hay que creer para continuar. Y en los momentos más duros, pero duros como la cabeza de un maño, solamente la fe te salvará. Repito: solamente la fe te salvará. La fe que canta George Michael y anhela Unamuno. Por todo esto y mucho más, cuidemos la M. Por crecer con ella, callar con ella, cagar con ella. la M de mamá, y de papá; la letra que parece una montaña rusa, la envidia de la N porque es más larga. Enviadnos vuestras perrerías y vuestros ladridos al programa para que podamos compartir regurjitaciones haploideas, tamarindas, escatofónicas, destornillables, lo que creaís más oportuno. Pero nunca hipócritas. Por favor, hipócritas no. Junto con la zarzaparrilla (que no sé qué coño es) y la insoportable levedad del ser , la hipocresía es lo que más odio en el mundo. Allí donde esteís, sí, a tí, y a tí y a tí también. Allí donde esteís, mi corazón está con vosotros. Porque en la perrera nos gustan todos. y nos gustan tanto, que nos gustan hasta los locos.

poesía nº 86

Donde todo murió se acabó lo hermoso y bello, y ahora el pensar es mi amargura y acoso. Ayer, mirando el mar, comprendí por qué te fuiste, y llorando en la playa caí destrozado y triste. Allí me quede, caído como una estatua de piedra, y el agua me envolvió por completo como una hiedra. Arena, agua, aire, atmósfera, alma, ánima y amor, todo me cubrió cual mar que se extingue en el dolor. El sol que ayer no salió detrás de su amanecer, al ver que donde la muerte aflora está el perecer. Ahora solo siento pena de mi mismo, que mi alma está silenciosa y lúgubre y ya no lo siento en calma, que todo lo que yo tuve, quise y amé lo perdí, y ahora pretendo encontrarlo y devolvértelo a ti.